La Guardia Civil investiga si el cadáver hallado este domingo en un entorno boscoso de Peña Oroel, en Jaca (Huesca), puede ser el ciudadano francés Cédric Tauleygne, en fuga desde el pasado 4 de julio tras asesinar en la pequeña población de Pouyastruc, cerca de la localidad gala de Tarbes, a su exesposa y al hombre con el que esta había iniciado una nueva relación.
Según informa el Instituto Armado, el cuerpo fue localizado por un cazador en una zona baja de monte situada en Peña Oroel, en cuyo entorno ya había sido buscado el presunto criminal por la Guardia Civil y, ocasionalmente, con el apoyo de la Gendarmería francesa en previsión de que hubiera buscado refugio tras cruzar la frontera con su motocicleta.
El hallazgo de la motocicleta accidentada en la zona motivó el inicio de una operación de búsqueda que se prolongó durante varios días, sin resultado.
Los agentes de policía judicial y del equipo de montaña de la Guardia Civil trasladaron el cadáver al depósito del Hospital Provincial de Huesca para hacerle la autopsia.
Fuentes próximas a la investigación señalan que el cuerpo sostenía una pistola en las manos en dirección a la cabeza en el momento de ser localizado, posiblemente la misma utilizada en el doble crimen, por lo que no se descarta que se suicidara tras verse acorralado y sin posibilidad de huir.
Junto al cadáver se localizaron diversos enseres propiedad del presunto criminal, entre otros una mochila y su cartera, por lo que, a juicio de los investigadores, todo apunta a la hipótesis de que se trate del cadáver de Cédric Tauleygne, a la espera de los resultados de las pruebas de ADN.
Desde un primer momento, las autoridades policiales francesas apuntaron que Tauleygne, un reservista de la Gendarmería y del 35 Regimiento de Paracaidistas de Tarbes, podría haber planificado con antelación su fuga en dirección al norte de África para evitar su localización, hipótesis que no se llegó a verificar.
Las víctimas del crimen eran la expareja de Tauleygne, una mujer de 32 años de la que estaba separado y con la que tenía dos hijos, y un hombre de 55 con el que esta había iniciado una nueva relación.
Según publicó entonces la prensa francesa, el sospechoso, una persona de temperamento colérico, habría trazado su plan impulsado por los celos que le produjo la nueva relación iniciada por su expareja.
Tras el doble crimen, el sospechoso se puso en contacto telefónico con los gendarmes para comunicarles su supuesta intención de suicidarse, una hipótesis que los investigadores franceses descartaron inicialmente tras la exhaustiva búsqueda llevada a cabo en los bosques del entorno de Peña Oroel.
El rastro del teléfono móvil del sospechoso, con gran experiencia en pruebas de bicicleta de montaña, practicante de tiro y experto en supervivencia en la naturaleza, se perdió un día después de los hechos en el núcleo altoaragonés de Atarés, en uno de los puntos rastreados por la Guardia Civil.