Encontrarse con un cadáver humano flotando en el agua, ya sea en un lago, en un río o en el mar no tiene que ser nada agradable, pero por desgracia no es una situación tan inusual, ya sea a causa de una muerte natural, de un ahogamiento, de un accidente, de un asesinato o de algunas otras razones. Pero ir a sacar un supuesto cadáver que lleva horas flotando en el agua y que no sea un cadáver puede suponer tanto un susto tremendo como una alegría. O ambas cosas.
Un cuerpo flotando cinco horas
Ha sucedido en Reddypuram Kovelakunta, en el distrito de Hanumakonda, en el estado indio de Telangana. Allí, los vecinos se sobresaltaron al ver un cuerpo humano, teóricamente un cadáver, dentro de un estanque. Al parecer llevaba cinco horas flotando, desde las siete de la mañana hasta la doce del mediodía, cuando los residentes de la zona, alarmados por el hallazgo, decidieron llamar tanto a la Policía local de la Universidad de Kakatiya como a los servicios de emergencia para que acudieran lo antes posible a retirar el cuerpo del supuesto fallecido.
Sin embargo, tanto los vecinos como los policías y el equipo de rescatadores se llevaron una tremenda sorpresa cuando accedieron al cuerpo, que permanecía totalmente inmóvil y a merced del agua, y al cogerlo del brazo para sacarlo, muy cerca de la orilla del estanque, vieron cómo el hombre reaccionó, despertando y mostrando que ni mucho menos se encontraba muerto, sino dormido y en un evidente estado de embriaguez, que había sido el verdadero culpable de la situación.
Borracho y dormido en el agua
Según explicó el hombre posteriormente a los agentes de la Policía, había estado durante diez días trabajando en largos turnos de 12 horas en la cantera de granito de Kavali, en el distrito de Nellore. Tan exhausto terminó su trabajo que al décimo día que decidió celebrar el fin de la tarea emborrachándose y, cuando ya se encontraba ebrio, pensó que una buena manera de relajarse y refrescarse sería darse un chapuzón en el estanque de Hanumakonda.
El problema es que ese chapuzón se alargó demasiado, porque una vez dentro se quedó dormido, flotando boca arriba, ofreciendo una imagen que perfectamente podía confundirse con la de un cadáver para quien la viera. Eso sí, la posición en la que se tomó esa larga siesta involuntaria le permitió que en todo momento su cara permaneciera fuera del agua, con lo que no tuvo riesgo de ahogarse.