El mayor de los hermanos Pou tiene claro que ni Amaia Agirre, ni sus compañeros de expedición, el también desaparecido Iker Bilbao y el superviviente Josu Linaza, “estaban allí por casualidad”. Eneko habla sobre Amaia en estas líneas todavía en presente, pues la entrevista se realizó antes de que la Comisión de Auxilio del centro andino El Chaltén diera por finalizado el rescate.
No tiene que ser fácil de encajar una noticia como esta, teniendo en cuenta además que conocía personalmente a Amaia Agirre.
—Sí, es muy difícil de encajar. Amaia viene de estar en el equipo FEDME a nivel estatal, es una de las chavalas más fuertes del equipo y muy polivalente en todos los terrenos. Es una alpinista ya con mucha experiencia pese a su edad. Por ejemplo, el año pasado subió la Torre de Trango, que tiene 1.100 metros de escalada. La hicimos Iker y yo en 2005 en el proyecto 7 paredes, 7 continentes y es una pista muy fuerte. Seguimos teniendo muy pocas escaladoras y ella lo tiene un poco todo, ese nivel en todas las disciplinas que es muy difícil alcanzar para una persona de su edad, muy por encima de la media. Y sobre el escalador vizcaino, aunque no lo conozco personalmente, estamos hablando de lo mismo, de una persona joven pero muy experimentada.
¿Durante estos años han compartido escaladas con ella?
—Sí, conocemos a Amaia a través de Julen Berrueko [su pareja] que es uno de los alpinistas fuertes que tenemos en Araba. Hemos entrenado con Julen toda la vida en el mismo sitio, le hemos visto crecer y hacer cosas, y a través de él conocimos a Amaia. Hemos estado escalando con ella muchos días en Mallorca, hemos coincidido en Pirineos... La primera vez que escalé con Amaia me sorprendió mucho, en valentía y saber estar.
¿Qué puede contar concretamente del pico Fitz Roy?
—Está considerada una de las montañas más difíciles de la Tierra. Fue ascendida por primera vez en 1952. Se conseguía al mismo tiempo, o prácticamente en la misma época, que el Everest, cuando el Everest era otra cosa, cuando subir los ochomiles era una cosa totalmente diferente, cuando los sherpas no colaboraban en las ascensiones hasta la cumbre porque no tenían el nivel técnico y solo ayudaban hasta el campo base, y los alpinistas occidentales tenían que hacer la montaña entera. Y estamos hablando también de que fue ascendido por Guido Magnone y Lionel Terray, dos de los mejores alpinistas de todos los tiempos. Terray había participado justo antes, en 1950, en la primera ascensión al Annapurna, que fue el primer ochomil conquistado por el hombre. Es una montaña muy, muy complicada.
¿Y qué supone enfrentarse a ella en la actualidad?
—Ha pasado mucho tiempo y es verdad que el material ha avanzado mucho, que los alpinistas entrenan más y que la técnica ha mejorado también mucho. Y, sobre todo, tenemos partes meteorológicos a través de internet que no teníamos hasta 2006, aproximadamente, que es cuando nosotros llegamos por primera vez al Chaltén. Entonces no existían, y con ellos se ha mejorado mucho porque puedes tener y conocer una previsión de uno, dos o tres días de buen tiempo. Las cosas han cambiado, el Fitz Roy se hace con mucha más asiduidad, se escala mucho más, pero sigue siendo una montaña con muchísimo compromiso dada la dificultad de la ruta. Estamos hablando de rutas de 1.300 metros de envergadura que se escalan en el día. Son ascensiones de 24-28 horas, sin dormir, con dificultades muy grandes para la altitud de la que estamos hablando (3.405 metros). Tienes el hielo patagónico sur justo detrás y las ventanas de buen tiempo pueden ser de un día en un mes. Ni Iker ni Amaia ni Josu estaban allí por casualidad. Era gente que realmente podía estar allí.
Hablamos, pues, de una de las cimas ‘top’ a nivel mundial.
—Sí. El foco mediático hoy en día está puesto en el Himalaya, sobre todo. Pero la gente fuerte, la que realmente tiene mucho nivel técnico, se está moviendo en estos picos, fuera del Himalaya. En la Patagonia, en los Andes… Y es por una sencilla razón, porque el Himalaya empieza a ser más un tema para millonarios.
¿Por qué un accidente así, por un alud, en esta época tan temprana del verano austral?
—Deberíamos estar hablando de otra cosa, porque esta es la época adecuada para poder hacer estas montañas. Pero tenemos un cambio climático muy grande, también en estas altitudes. Cuando nosotros llegamos a la Patagonia era impensable bañarse en el río del pueblo, que está junto a la cuarta extensión de hielo más grande del mundo. Hay un cambio muy grande, lo que está haciendo que se multipliquen los accidentes por desprendimientos de roca y por avalanchas que antes casi no se daban. Ha sido una avalancha de las que suelen darse en la última época de nuestro invierno. Las llamamos avalanchas de primavera, que son lentas, pero que cuando te atrapan van con tanta cantidad de agua dentro de la nieve que es casi imposible huir de ellas.
Fitz Roy
Participaron en un rescate en 2006
Accidente de tres franceses. Eneko Pou conoce muy bien el Fitz Roy. Eneko y su hermano Iker acudieron por primera vez a esta montaña de la Patagonia argentina en 2006, cuando intentaron hacer cima hasta en cinco ocasiones. Llegaron a estar “muy cerca” de ella, pero finalmente no lo lograron. “Siempre nos tiró para atrás el mal tiempo”, apunta. Además, los hermanos Pou estuvieron en aquella expedición muy cerca de vivir una tragedia, pues durante ese último intento tres escaladores franceses protagonizaron un accidente similar al sufrido por Amaia e Iker. El siniestro, que tuvo también como escenario el conocido como Cerro de los italianos, terminó por suerte con final feliz. “Como en el caso de Josu Linaza, uno de ellos tuvo tiempo de soltarse cuando todo se desmoronaba y tuvimos que sacarlo de mitad de la pared. Pensábamos que sus dos compañeros se habían matado, pero nos los encontramos vivos con muchas heridas, en la base, más o menos donde han caído ahora Iker y Amaia, y los tuvimos que rescatar”, recuerda Eneko.