Cultura La película 'Irati' es el mejor estreno en euskera de la historia
Irati', una película de “espada y brujería” en euskera
—Totalmente, pero es que, al final, todas las historias son de amor. Justamente el amor que tiene Paul hacia el cine que hace, hacia los cuentos que trata, se transmite en lo que hace. Eso aporta a los personajes una pasión impresionante que se traslada a la pantalla. Es lo que convierte a Irati en una película realmente atractiva y excitante para el público.
También ha tenido que haber por su parte un gran amor por los caballos porque se tira media película sobre uno.
—Calla, calla. Además, ahora me voy seis meses fuera y me voy a tirar trabajando con caballos todos los días (risas). Los caballos son preciosos pero para trabajar es difícil. Ellos mandan. Hay que tratarlos con el máximo respeto y saber que tienen sus tiempos, aunque eso suponga en ocasiones cierto descontrol en el trabajo del actor. También es verdad que a mí me aportó mucha ternura el caballo, más allá de que fue un lujo trabajar en los sitios donde rodamos.
Lugares que quedan muy bien en pantalla, pero solo pensar en el frío que tuvieron que pasar...
—Terrible, pero también te digo que en Errementari pasamos más (risas). En aquella película eran siete horas de maquillaje. En esta ha sido tener una gran disciplina durante seis meses de comer muchísimo, ir al gimnasio todos los días, hacer esgrima y equitación, además de pelea física. Ha sido un trabajo en el que se ha aprendido muchas cosas.
Usted que ha hecho y hace mil cosas en cine, teatro, televisión... ¿cómo recibe una película así, tan distinta? ¿Es un trabajo más?
—El 100% de mis amigos actores, entre ellos gente muy reconocida y famosa, me preguntan cómo hemos hecho esta película. Productores extranjeros me han preguntado cuánto presupuesto tenía, cómo lo hemos hecho, qué hemos utilizado, qué profesionales estaban para intentar imitarla. Eso ya te da una pista de lo extraordinaria que es la película. Es muy ambiciosa y está muy bien pensada. Una película así es una excepción y es una fortuna poder trabajar en ella.
Ahora le toca el turno a los espectadores. ¿Qué le gustaría que pasase?
—El espectador ideal es el que quiere ir al cine. A partir de ahí, no quiero especificar más porque tampoco quiero limitar al intelecto del espectador. Alguien que igual no está acostumbrado a ver películas históricas o de género fantástico, a lo mejor se puede sorprender. La película la ha visto, entre mi entorno personal, gente mayor, personas muy jóvenes, euskaldunes y no, gente muy cinéfila y otra no tanto, y todos han salido emocionadísimos de verla. Creo que el hecho de que la película haya ganado los cuatro premios del público en los festivales en los que ha estado, habla por sí mismo.
Entre el euskera alavés de ‘Errementari’ y el euskera navarro de ‘Irati’...
—Es un reto al que están muy acostumbrados los intérpretes anglosajones, que ponen en sus currículums qué tipos de acentos y dialectos manejan. Y es un valor. Siendo conscientes de que somos una lengua minorizada, tenemos que exigirnos también. La elección del tipo de euskera aporta información del personaje y del contexto. Debemos valernos de eso, siempre primando que sea legible, es decir, que los espectadores vascoparlantes no necesiten de subtítulos en euskera para entender. Como actor es un trabajo extra, pero estamos acostumbrados. Yo ahora me voy a rodar en inglés seis meses y para mí es un reto que entiendo. Es una herramienta más.
¿Qué se llevó del rodaje, la espada?
—La tiara (risas).