María José Benito nunca olvidará el correo electrónico que entró en su bandeja de entrada tras su nombramiento como directora de planta de TGT Lácteos de Karrantza. Procedía “de la directora de calidad de la fábrica de Guadalajara y su segunda” que la felicitaban confesando que sentían que su nuevo cargo “abría una ventana que desconocían que pudiese existir”. De esta manera, “el grupo envió al resto de mujeres el mensaje de que si vales se puede progresar” perforando el techo de cristal que persiste. Socialmente “hay un peaje enorme a pagar” por aspirar a crecer en la carrera profesional como si eso implicara sacrificar la parte personal y viceversa, señaló Enara Artiagoitia, coordinadora general de la empresa Laenk. “Tendemos a normalizar situaciones y los cambios aún son ligeros”, valoró Estíbaliz Moriel, directora general de Jasun Filtración. A pesar de todo, “querer es poder”, aseguró Irache Pardo, directora financiera, de tesorería y corporativa de compras de CIE Automotive. Todas ellas tomaron la palabra en el desayuno organizado por la asociación empresarial Enkarterri Group que analizó la realidad de las empresarias en el hotel restaurante Amalurra de Artzentales, recientemente galardonado con el XV Laboral Kutxa DEIA Hemendik Saria.
El ciclo de coloquios con agentes empresariales ligados a la comarca recuperó su formato habitual tras la pandemia, compartiendo café alrededor de la mesa. Aunque “crece la concienciación” en torno a la presencia femenina en puestos de relevancia, “seguimos siendo minoritarias”, explicó Estíbaliz Moriel, que suma veinte años en puestos de responsabilidad en distintos sectores.
Durante una década, María José Benito fue la única mujer representada en el comité de dirección. Ahora, la plantilla femenina representa el 46% de la fuerza de trabajo de Lácteos de Karrantza. “Cuando pensamos en alguien, no miramos si es hombre o mujer”, sino en sus capacidades, pero “para todos se debe facilitar la flexibilidad y dar facilidades”. “Todas nos identificamos con algunas de las cosas que acaba de decir, curiosamente nosotras hemos terminado gestionando y liderando equipos y no en la labor técnica para la que nos habíamos formado”, comparó Enara Artiagoitia. Al haber crecido su trayectoria profesional en paralelo a la de la empresa “he asumido de forma natural roles ligados a la masculinidad, pero ahí sigue el techo de cristal”. Para acabar con él, apeló a “la cultura como suma de comportamientos y acciones y crear referentes para las niñas” junto con el “compromiso empresarial de apoyar las leyes y un liderazgo más humano y emocional”.
Ambiciosa, pero no trepa
Irache Pardo aportó la perspectiva de una multinacional donde conviven numerosas “culturas”. Instó a “aupar a quienes, hombres o mujeres levanten la mano y marquen a dónde quieren llegar”, el problema radica en que “no sé si ese sentimiento de mala madre y mal padre lo desarrollamos igual” cuando el trabajo exige dedicación. Además, “pervive el estigma de que mujer ambiciosa equivale a trepa”. Ellas “acceden a los trabajos con un elevado conocimiento técnico y sin embargo nos frenamos, por ejemplo, sobre una posible maternidad que nos hace dudar de optar a ciertos puestos”.
“Debemos visibilizar ese talento”, advirtió el presidente de Enkarterri Group, Álex López Aller. La diputada de Promoción Económica, Ainara Basurko, recordó que “en general sigue habiendo barreras para las mujeres y nuestro bienestar va a estar vinculado a atraer capacidades, no podemos renunciar a la mitad de la población”. Sobre esta línea, la alcaldesa de Gordexola, Ángela Eguia, se mostró “consciente de que tenemos de ayudar, en política sin cupos, probablemente muchas no estaríamos aquí”.