"Estuvo conmigo y con Antonio Mendizabal en Barcelona. Un año que jugaba Osasuna en Sabadell, y nos pasamos cinco días por San José". Estas palabras de Modesto Urbiola Oroquieta se refieren a un partido disputado el 20 de marzo de 1932, semifinales de ascenso a Segunda, 2-1 en la ida y 3-0 en la vuelta en San Juan el día 27. Osasuna llega a la final y termina campeón logrando el ascenso a Segunda División. Entre los jugadores que participan encontramos a Andrés Jaso. El testimonio fue recogido por Jimeno Jurío en unas fichas que formaban parte de en un trabajo minucioso y pionero sobre la represión en Navarra tras el golpe del 36, la llamada "Relación de Paris (1977)".
Cuando iniciamos nuestras investigaciones sobre la represión en Osasuna, conocida la vinculación de Astiz con el fútbol, sospechamos sobre la posibilidad de que el "Sr. Astiz", miembro de la Junta de Osasuna al que se refería Diario de Navarra en 1934, fuera nuestro personaje: Enrique Astiz Aranguren. Fue presidente del Aurora CF en 1927, el club que junto al Indarra y Osasuna formaba el trío que dominaba la competición local. Formó parte de los fundadores de la Federación Navarra de Fútbol (1928), y se granjeó la amistad de acreditados futboleros de la época, como Jesús Monzón. Fue testigo de la boda de este último con Aurora Gómez Urrutia; amigo y abogado defensor del periodista Alberto Lorenzo; amigo, vecino y compañero de Ramón Bengaray Zabalza. Todos estos datos nos hacían sospechar muchísimo. Podía tratarse de él. Efectivamente, dimos con la confirmación: "¿Un nuevo campo de deportes? Nos manifestó también el señor Azcárate que le habían visitado en su despacho oficial los directivos de Osasuna don José Olaso y don Enrique Astiz para darle cuenta de los propósitos del club de construir un nuevo campo de deportes en las inmediaciones de Larrabide" (Diario de Navarra, 15/8/1935).
Un prometedor abogado
Había nacido en Cadreita en 1904 y a la edad de cuatros años se trasladó junto a su familia a Pamplona. Su padre era comisionista y disfrutaba de una posición económica desahogada, lo que permitió que Enrique estudiara Derecho en Salamanca. No se le dieron mal los estudios: "De Salamanca el aventajado estudiante de Derecho en aquella Universidad, don Enrique Astiz y Aranguren" (Diario de Navarra, 01/10/1924). Realizó el servicio militar en el cuerpo de Artillería, junto a otros navarros que, como él, sufrirían la represión tras el golpe de 1936. Compañero de mili de Serafín Goicoechea Guinda (asesinado), de José Goñi Urriza (exiliado) y de Serafín Uriz Ichaso (interno y enfermo en campos de concentración). En 1931 aparece como testigo de bodas del industrial republicano burladés Jesús Artola Goicoechea y Alejandra Goñi Guillenea, hermana del futbolista y directivo osasunista Martín y del directivo Anselmo, concejal de Pamplona. Jesús Artola llegó a ser gobernador civil de Gipuzkoa durante la República y tras el golpe tuvo que exiliarse. Una constante en esta relación de represaliados son los círculos de amistades, donde sorprende la diversidad ideológica. Se da una repetición y coincidencias en varias entidades (deportivas, culturales y sobre todo políticas) y, como en el caso de Enrique, en los espacios físicos como las calles, al que luego nos referiremos.
"Era muy alegre, pequeñín. Era listo. Tendría unos 26 años", continuaba la descripción de Urbiola. "Un joven con una carrera prometedora en el mundo del Derecho: Ha sido admitido e incorporado al Ilustre Colegio de Abogados de esta capital el culto licenciado don Enrique Astiz Aranguren y juró su cargo de abogado ante la Sala de Gobierno de la Audiencia (...) deseándole muchos triunfos en su honrosa profesión", publicaba Diario de Navarra. Una carta con su firma viene a reconocer y agradecer a Fernando Arvizu (al que llama maestro en su carrera) por su contribución al interés general recogida en Las donaciones inter-vivos en el Derecho civil de Navarra y propone un homenaje para él al resto de colegas. El juez Luis Elío escribe en similares términos.
Una sociedad en conflicto y su compromiso por los derechos humanos
En 1931 intervino como abogado en la defensa de un grupo de vecinos de Isaba en el Consejo de Guerra formado contra quince de ellos acusados de insultar a la Guardia Civil. Los guardias civiles habían acudido a la localidad roncalesa para disolver a un grupo de vecinos de izquierdas que se manifestaban en contra de un mitin fuerista. La intervención fue muy violenta, disparando contra el grupo de tal modo que un vecino resultó muerto y otro herido. El guardia civil responsable de los disparos fue condenado a una pena de seis meses de prisión. En 1933 participó también como abogado defensor en el Consejo de Guerra contra 18 vecinos de Buñuel acusados de insultar a la fuerza armada. En este juicio tomó parte también el abogado y osasunista Estanislao Aranzadi. En 1934, junto a Julia Álvarez, defendió a Segundo Juaniz y Miguel Escobar, acusados de tenencia de armas sin licencia. En 1935 al periodista y osasunista Alberto Lorenzo, por la publicación de un artículo por el caso Serval. "ASTIZ llevó el pleito de Cáseda, en favor del Ayuntamiento, contra los ricos. Un pleito famoso en el que hubo hasta muertos", dice el testimonio de Urbiola.
En 1936 es abogado defensor junto a Jesús Monzón y Estanislao Aranzadi en el Consejo de Guerra contra Toribio Echeverría Ibarra y 169 presos más en la cárcel de Pamplona, acusados de rebelión militar por lo sucesos revolucionarios de Eibar en octubre de 1934. Enrique es elegido aquel año secretario jurídico del Socorro Rojo Internacional, organización que servía de apoyo a los presos encarcelados por los sucesos de Asturias en 1934.
Su pasión y desenvolvimiento por la Justicia le llevó a expresar su opinión públicamente en cuestiones como la igualdad de género, algo muy avanzado para la época (1929). En su artículo sobre Los trajes femeninos publicado en el diario liberal El Pueblo Navarro se refería a la declaración de un modista londinense sobre las nuevas tendencias en el vestir y el necesario avance y participación de la mujer en la sociedad, la ciencia y la política.
Los Astiz, deportistas y solidarios
Presidente del Aurora CF, cuya nómina de 1927 aporta varios represaliados: Emilio Salvatierra, Cecilio San Martín, Teodoro Urdíroz, José Lusarreta y Félix Lezáun Ros. En 1929, con 65 votos, fue elegido miembro de la Junta de la FNF presidida por el nacionalista Pedro Ardaiz. Como abogado que era, resultó lógica su designación como secretario. Eran los años de crecimiento y de la popularización del fútbol en Iruña. En aquellos inicios coincidió con varios directivos que terminarían vinculados a Acción Nacionalista Vasca (ANV) como Archanco, Arbea y su hermano Ángel. Pero no sólo de fútbol vivía Enrique: Fue nombrado abogado asesor de la "Asociación de Pelotaris de Remonte" en Navarra en 1930. Estaba involucrado en otras actividades deportivas como la natación, donde su hermano Ángel fue uno de los fundadores del Club Natación Pamplona. Con ocasión del Cuarto Campeonato de Natación en 1933, realizó una donación para colaborar en el evento junto a otros osasunistas como Bengaray, Indave y Zalabardo. El deporte era seña de identidad de la familia. Otro hermano, Alfonso, fue atleta del CA La Navarra.
También colaboró en el Homenaje a Remigio Múgica, director del Orfeón Pamplonés, junto a otro osasunista, Eladio Zilbeti, y una lista de personas muy variopinta. Donaciones de 10 pesetas para el Orfeón Pamplonés, para la casa de Misericordia, etc. Aparece también junto a su hermano Alfonso en una suscripción popular para la fiesta de Reyes y obsequios de juguetes a los niños del Hospital, inclusa, asilos y cantinas, suscripción en el homenaje al secretario del Gobierno Civil Modesto Font, quien años después terminaría siendo gobernador civil en Navarra tras el golpe, responsable último con su firma de la puesta en "libertad" de 52 presos llevados a fusilar a Valcaldera, entre los que estaban varios compañeros y amigos comunes como el presidente de Osasuna Natalio Cayuela y su hermano Santiago, ambos abogados.
Fue galardonado y subvencionado por la Biblioteca Olave (1933) y junto a Javier Medrano publicó Derecho privativo navarro (Imprenta Bengaray, 1932). Fue accionista del periódico republicano Democracia, cuya rotativa estaba frente a su casa.
Varios asesinados en un pequeño espacio de calle
En 1932 el matrimonio se instala en un piso de la calle Mayor de Iruña que ocupa los portales 69, 71 y 73 (en la actualidad corresponde al número 57). Viven en el 1º izquierda. Su mujer, María Aicúa, era natural de Caparroso. Junto a ellos, según el padrón municipal de 1935, una sirvienta de sonoros apellidos montañeses: Nicasia Biurrarena Sagastibeltza. Según Miguel Sánchez Ostiz, en su obra El Botín, allí (frente al piso de Enrique) instalaron el centro de Falange Española: "De hecho, un día que estaba en Madrid, le entraron a casa y se fumaron su tabaco y licores. Muy cerca estaba la panadería del falangista y periodista deportivo Jokintxo Ilundáin". Y en los portales contiguos vivían Eladio Zilbeti, Tomás Áriz, Eduardo Maestro (Firpo), Luciano Eguía y también Ramón Bengaray y su familia. Todos acabaron asesinados.
"Era bastante activo" (Gil, fichas de Jimeno Jurío). Su inquietud social y la preocupación por el bien común acabó con su vida. Formaba parte del comité organizador de Acción Republicana y más tarde de Izquierda Republicana. Se posicionó a favor del Estatuto Vasco Navarro junto a sus compañeros de partido y lo hizo público mediante un artículo en Democracia en junio de 1932. Participó en varios mítines en aquel año de 1936.
"Un empleado del Juzgado de Pamplona, que se jactaba de ser el número dos de Falange de Pamplona, hermano de un empleado del manicomio que anduvo de fusilero, andaba en plan de Juez (después tuvo otra misión mucho más macabra). Se apellidaba Nagore y tomó declaración a Enrique Astiz antes de fusilarlo" (Urbiola, 1977).
Según recoge Ana Martínez Rus, sus asesinos quisieron borrar el conocimiento y el saber quemando su "peligrosa" Espasa Calpe. En Navarra la quema de libros también fue un ritual frecuente tras el asalto a domicilios privados y centros públicos.
"Yo estuve con tres hermanos de ella en la cárcel en Madrid, en distintas épocas" (Gil, 1978). Eran Francisco, José y Julián Aicua Morón, mecánicos de profesión y ebanistas, condenados a varios años de prisión tras la guerra, al recuperar la libertad, alguno de ellos terminó en el exilio.
Fue asesinado en el Perdón el 8 de agosto de 1936. Rota por el dolor, María Aicua, su viuda, puso una denuncia contra varios trabajadores del grupo Huarte que trabajaban en Madrid, la todavía capital republicana. Lo cuenta Javier Paredes Alonso en su biografía sobre Félix Huarte. Tuvieron más suerte que Enrique. Tras permanecer tres días en prisión, quedaron en libertad.