EN 1966 cualquier evento que se preciara en la ciudad de Pamplona debía de contar con la presencia de la comparsa de Gigantes, para garantizar su relevancia social y su carácter popular. Así había venido ocurriendo desde mucho antes, por ejemplo cuando la subida de aguas del Arga durante el cerco carlista en 1874, o con el derribo de la primera piedra de las murallas en julio de 1915. En este caso se trataba de la devolución de la Ciudadela a la ciudad, una injusticia histórica que Pamplona debió de reparar pagando una millonada a los militares, que no nos regalaron absolutamente nada.
La fotografía muestra el momento en el que la comparsa llega a la Ciudadela. Joshemigelerico y Joshepamunda ya están adentro, y Sidi abd El Mohame y Esther Arata se encuentran en el túnel de entrada. Selim-pia Elcalzao, Larancha-la y Toko-Toko se disponen a entrar, y la pobre Braulia, tan guapa y elegante ella, ha quedado fuera del plano.
Hoy en día, el corte certero de la fotografía nos muestra que nos encontramos en el punto exacto desde donde el fotógrafo de 1966 obtuvo su foto, y deja ver también que el lugar apenas ha cambiado en los 55 años transcurridos. Otro hecho perfectamente contrastable es que, también en la actualidad, la presencia de la Comparsa en Pamplona es garantía de éxito. De hecho, cierto exalcalde de Pamplona, al que conozco muy de cerca, siempre dice que, si quieres que algo funcione en la ciudad, debes llevar a la Comparsa, a la Pamplonesa y a nuestros dantzaris. Y si al frente de estos últimos está el gran Aritz Ibañez, muchísimo mejor.
Por cierto que, si nada lo impide, el próximo 29 de noviembre, día de San Saturnino, podremos por fin verlos a todos, paseando en Cuerpo de Ciudad por el centro de Iruñea, y sin la presencia de militares franquistas en los alrededores. Así que amatxos y aitatxos, ya podéis ir apuntando en la agenda...