Estamos constantemente escuchando lo importante que es acometer cuanto antes la transición energética a todos los niveles, también en lo que se refiere al parque automovilístico. En este sentido hemos escuchado hablar de vehículos eléctricos, híbridos...pero ¿son realmente la solución? Le hemos preguntado al experto en energía Antonio Turiel, investigador de Ciencias del Mar del CSIC. Quédense con esta palabra: litio.
En estos momentos la producción de coches eléctricos asciende a 4 millones al año frente a los 80 millones del resto de vehículos que usa combustibles fósiles. "La producción está sometida a un gran estrés pero es que no hay en todo el planeta litio suficiente", aclara. "El modelo no funciona. Tiene que ponerse en cuestión. Poco a poco nos damos cuenta de que no podemos ir por ahí", resume Antonio Turiel.
“ La naturaleza no negocia, los recursos no son infinitos. Tenemos que gestionarlos correctamente. Es como la economía de un hogar. ”
Sin embargo, el discurso, al menos público, pasa por el coche eléctrico y/o híbrido. Pero en privado, según este experto, los dirigentes públicos ya hablan de ello. "En el foro de Davos han empezado a hablar este tema", señala. "Hay que pilotar y gobernar", sentencia.
"Los gobiernos son conscientes pero les falta valor para tomar medidas adecuadas. Se requiere un pacto amplio que por desgracia no es fácil por la dinámica política actual. Necesitamos un pacto de estado o un gobierno de concentración nacional. Nos podemos encontrar de aquí a 2025 con una caída de más de un 20 o un 50% de producción de combustible fósil. Algo así se vio en la guerra mundial", advierte.
¿Cuál es la solución?
Entiende Antonio Turiel que la solución para porque la gente pueda seguir moviéndose sin tener coche. "Es una revolución cultural pero falta valentía para explicar el problema que es mucho más grave de lo que parece", avisa.
Esa revolución pasa por "aprender a vivir con menos". Habla de métodos de consumo y producción que garanticen el bienestar consumiendo menos materiales y energía. "Ahora mismo nuestro sistema muestra un gran despilfarro. Hay que hacer un cambio importante del sistema económico y productivo y eso implica superar el paradigma actual de crecimiento infinito", subraya.
Consecuencias del veto al petróleo ruso
Con este panorama, vivimos un momento crucial teniendo en cuenta que el petróleo también es finito y que acaba de entrar en vigor el veto al petróleo de Rusia. "El precio va a subir porque Rusia proporciona una cantidad grande del crudo, un 40%. No tendremos desabastecimiento pero en el futuro va a haber escasez de combustible", explica.
Un dato. Desde 2018 ha caído la producción de crudo un 10% y el precio no se mantiene siempre alto sino que oscila. "Vamos a ciclos de picos y volatilidad. Cada bajada refleja problemas económicos serios en algún punto del mundo", señala. "La producción del crudo convencional toco máximos hace 18 años. Ahora mismo son 60 millones. Cada vez hay menos y ese otro petróleo de pacotilla ocupa más espacio. No es que no haya pero progresivamente va a menos", advierte.
“ Las sanciones de Rusia solo sirven para encarecer el combustible porque se exporta el crudo y el gas ruso a otros países y luego se re exporta a nosotros. Es ridículo ”
De ahí que considere que en el largo plazo habrá que racionar porque aunque en el Estado español, España produce más diésel del que consume, tenemos un mercado único en Europa. "Aunque nuestros problemas serán menores, la subida nos va a afectar", concluye.