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Vida y estilo

¿Es malo apagar y retrasar varias veces la alarma del despertador?

El sonido del reloj puede hacer que nos despertemos sobresaltados y estresados y provocarnos un aumento de la tensión y de la frecuencia cardíaca
Una mujer estira la mano para apagar el despertador.
Una mujer estira la mano para apagar el despertador.

Llega la hora de levantarse y la mayoría de las veces lo hacemos sobresaltados por la alarma del despertador. Por leve que sea su sonido, siempre nos va a resultar desagradable, ya que significa que ha llegado la hora de salir de la cama.

Lo ideal es dormir 8 horas al día, pero nuestro ritmo de vida pocas veces nos lo permite. Mientras unos se levantan de la cama al primer bote, otros son incapaces de hacerlo si no es posponiendo varias veces la alarma del despertador, una forma de retrasar lo inevitable, arrancando unos pocos minutos más de sueño.

Sentir sueño al despertar es una señal de que has dormido poco, por lo que es fácil caer en la tentación de retrasar la alarma, algo que no le hará bien ni a tu cuerpo ni a tu mente. Aunque pienses que al dormir ese ratito más te despertarás más descansado, solo conseguirás lo contrario.

Experimentarás lo que se conoce como inercia del sueño, una sensación de aturdimiento, desorientación, somnolencia, falta de energía e incapacidad de mantener la atención justo después de despertar. Puede durar desde un par de minutos hasta una hora.

Estudio sobre el sueño

Un estudio publicado en la revista Journal of Sleep Research venía a contradecir la idea de que posponer la alarma aumenta la inercia del sueño. Sus autores llegaron a la conclusión de que volver a programar el despertador cada diez minutos durante media hora no tenía efectos negativos sobre el tiempo real del sueño de la noche.

También señalaban que hacerlo reducía la inercia del sueño puesto que, durante el estudio, los participantes que posponían la alarma mostraron un mejor rendimiento recién levantados en varias funciones cognitivas, como la velocidad aritmética o la memoria episódica.

Por su parte, los expertos críticos con este estudio destacaron que presentaba una serie de limitaciones, entre ellas el tipo de participantes. Todos ellos eran personas que habitualmente posponían su alarma, por lo que se podría presuponer que iban a mostrar buenos resultados haciendo lo que hacían habitualmente. También destacaron que el experimento era pequeño y que la encuesta se basaba en que las personas informaran sobre sus hábitos de sueño y vigilia.

Un hombre pulsa el botón para detener la alarma del despertador.

Un hombre pulsa el botón para detener la alarma del despertador.

Los ciclos del sueño, la clave

Los expertos en medicina del sueño señalan que la razón principal por la que no es bueno posponer la alarma del despertador es que nuestro cerebro descansa en ciclos de 45 minutos. De esta forma, cada vez que la retrasamos nuestro cerebro comienza un nuevo ciclo de sueño y si cada diez minutos se ve interrumpido, cada vez nos despertaremos más cansados que antes. A esto se le llama sueño fragmentado y hacerlo varias veces puede provocar que pasemos el resto del día cansados, incluso aunque nos levantemos más tarde y durmamos más tiempo.

Entre las consecuencias de posponer la alarma e interrumpir continuamente el sueño de nuestro cerebro están una mala higiene del sueño, ciclos de sueño interrumpidos y la inercia del sueño, lo que provocará cansancio, mal humor, somnolencia o bajo rendimiento.

Sin duda, el despertador interrumpe el sueño de una forma abrupta y desde luego no es la forma ideal de amanecer. Su sonido puede aumentar el estrés, la tensión y la frecuencia cardíaca. Los expertos aseguran que la mejor opción para nuestro descanso y nuestro rendimiento diario sería que fuera nuestro reloj biológico el que nos despertase.

Ir despejándose gradualmente con la luz natural, programar una alarma que nos permita dormir las 8 horas que necesitamos cada día y levantarnos a la primera en cuanto esta suene es la mejor forma de comenzar el día.

2024-02-24T15:03:20+01:00
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