Escritor por prescripción médica

La relación entre la novela negra y el Valle de Baztan surgió hace varias décadas. Concretamente, en 1955, el irundarra José Antonio Loidi, ligado al valle, escribió Hamabost egun Urgainen. Está considerada como la primera novela negra escrita en euskera. Posteriormente, en 1962 el elizondarra Mariano Izeta publicó Dirua galgarri, segunda obra del género negro publicada en euskera.

Desde entonces han sido muchos los autores que han elegido Baztan para ambientar sus novelas, y serán muchos los lectores que han descubierto la relación entre este género y el valle, gracias a la Trilogía del Baztan, obra de Dolores Redondo, un trabajo con una excepcional acogida, traducida a incontable idiomas, con millones de lectores, que también ha llegado al cine.

La tranquilidad de valle, su paisaje y su climatología atraen a muchos autores, que ven en él un lugar idóneo para crear sus novelas.

El último, o penúltimo en sumarse a esta larga lista de autores es Arturo Lérida Sánchez, nacido en Alemania, que vivió en Madrid, pero que desde hace más de dos décadas está ligado al valle, desde el 2001, cuando el trabajo lo trajo al valle. Tras varios años viviendo en Baztan, la vida lo llevó a otros lares, hasta que hace tres años volvió a instalarse en el valle, donde comenzó a escribir, se puede decir, por prescripción médica.

Suena curioso, pero se puede decir que es así. Tal y como comenta Arturo, de pequeño no le gustaba estudiar, y pronto abandonó sus estudios para ponerse a trabajar. Ha trabajado en varias profesiones, de camarero, vendiendo libros o en la seguridad privada, “siempre con el objetivo de sacar adelante a la familia”, y aunque en la época de estudiante no se esmeró demasiado en los estudios, “he estudiado mucho para prepararme en mis diferentes trabajos”. Hace varios años, por ejemplo, se sacó las oposiciones de perito judicial, pero no llegó a ejercer, porque tuvo un infarto cerebral. Llegaron las operaciones, muchas pruebas, incluso un par de derrames cerebrales. Arturo reconoce que tras la operación se quedó “muy hundido, muy decaído”, y el neurólogo le aconsejó que se buscara algo que le gustara, que le levantara un poco el ánimo. “Me habló de escribir, y me puse a escribir”, cuenta.

Recuerda que hace aproximadamente dos años se puso delante de una página en blanco y se puso a escribir y a escribir, hasta que concluyó la novela que hace poco ha visto la luz: Las chicas del valle, su primer trabajo, publicado con la editorial Entrelíneas. Es su primera publicación, pero ya ha escrito varios libros, aunque no tiene claro si los publicará.

La escritura ha sido un descubrimiento fabuloso para Arturo, pues, aunque siempre le ha gustado leer, no se imaginaba algo así, “de pequeño las clases de literatura y lengua, si podía, me las saltaba. Nunca me imaginé sentarme delante de una página y escribir dos letra seguidas”.

Hace poco ha publicado el segundo volumen de la novela, Las chicas del valle, “en realidad es una novela, pero en la editorial me dijeron que era larga, por eso la publicamos en dos volúmenes”. La presentaron en Madrid hace un mes y tuvo buena acogida. Este domingo, la presentación de los dos volúmenes tuvo lugar en Elizondo, en Baztan, donde está ambientada.

‘Las chicas del valle’

Arturo firma sus libros como Arturo Lérida Clavero, con el apellido de su abuela, con la vivió en Madrid, en homenaje a ella. La publicación es “pura novela negra”. En el Valle de Baztan comienzan a desaparecer misteriosamente niñas de entre 13 y 15 años, en pueblos diferentes. El Capitán Flores y el Sargento Espasi, con ayuda del Capitán San Juan, que vendrá desde Pamplona junto una agrupación, serán los encargados de intentar resolver el caso.

Las chicas del valle es un relato en el que se mezclan el dolor, la rabia, el rencor, la inquina y el sadismo en su mayor representación con el amor, el afecto, la lealtad y el respeto. Donde muchas cosas no son lo que parecen y que está repleto de personajes míticos y de leyenda. Cuenta las diferentes formas de actuar de la gente ante un mismo hecho.

Arturo reconoce que se le ha hecho difícil transmitir las sensaciones e impresiones por escrito, pero que ha disfrutado mucho con la escritura. “Le he puesto mucho cariño, y me gustaría que ese cariño llegara a los lectores”, concluye.