El otoño es la estación del año en la que nos preparamos para recibir al frío. Aunque todavía podemos echar mano de la ropa de entretiempo y podemos disfrutar en lo mejor del día de un café en una terraza, lo cierto es que el frío puede hacer acto de presencia en cualquier momento.
El descenso de las temperaturas trae consigo enfermedades típicas de estas fechas como gripes o resfriados y otras como asma, neumonía, bronquitis, rinitis, sinusitis y alergias respiratorias.
Entre las alergias, hay una que tal vez no sea tan conocida como el resto y en este caso afecta a la piel. Se trata de la alergia al frío, también conocida como urticaria por frío, y es una reacción alérgica que se desencadena durante la exposición a las bajas temperaturas o pocos minutos después de que la piel entre en contacto con estas.
Se trata de una alergia que no afecta a muchas personas y se desconocen exactamente sus causas, pero parece que algunos individuos, sobre todo adultos jóvenes, tienen muy sensibles las células del sistema inmunitario denominadas mastocitos, bien por un rasgo hereditario, por un virus o por una enfermedad.
En estas personas, la exposición al frío desencadena los mecanismos inmunológicos y hace que dichas células liberen al torrente sanguíneo histamina, una sustancia química proinflamatoria que desencadena los síntomas de la alergia.
Síntomas
La gravedad de los síntomas varían de una persona a otra. Van desde una sensación de quemazón y hormigueo, picor, eritema (inflamación y enrojecimiento) y ronchas que pican (urticaria) en las zonas más expuestas al frío (cara, manos y orejas), hasta anafilaxia, hipotensión, dificultad para respirar, náuseas y vómitos en los casos más graves, aunque estos son poco frecuentes.
En condiciones húmedas y ventosas pueden producirse brotes de hasta dos horas de duración y los síntomas pueden empeorar a medida que la piel se calienta.
Tratamientos
El uso de antihistamínicos (medicamentos contra la alergia) ayuda a prevenir y a controlar los síntomas y reduce la reacción de la piel de los pacientes afectados por urticaria del frío. Aplicar cremas con corticosteroides puede ayudar a reducir la inflamación y la irritación en la piel.
Es importante proteger la piel del frío y de los cambios repentinos de temperatura, limitando la exposición y saliendo a la calle abrigado.
Usa en casa calentadores corporales, evita bebidas y comidas heladas y mantén la piel siempre bien hidratada para evitar el picor que produce la sequedad que causa el frío.
En los casos más severos, quienes padecen urticaria por frío pueden necesitar un autoinyector de epinefrina para prevenir reacciones graves. La epinefrina (conocida como adrenalina) ayuda a estrechar los vasos sanguíneos para mantener la presión arterial y aumentar el flujo de aire en los pulmones.
Si sospechas que puedes tener alergia al frío, deberás consultar a un médico para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento personalizado, ya que este puede variar según la gravedad de los síntomas y de las necesidades individuales.
La prueba del cubito de hielo
La principal prueba diagnóstica para la alergia del frío (urticaria del frío) es la estimulación por frío. Consiste en colocar un cubito de hielo o un tubo de ensayo congelado en la cara anterior del antebrazo del paciente durante cinco minutos. De esta forma, se estudia la zona a intervalos de uno, tres, cinco y diez minutos para detectar la aparición de ronchas o rojeces. Si el paciente es alérgico, pasado ese tiempo experimentará picor y un habón con la forma del cubito de hielo. Existen otros métodos más avanzados como el TempTest, que además de detectar la alergia permite conocer la temperatura umbral crítica a partir de la cual el paciente comienza a tener una reacción.