El divorcio de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se está convirtiendo en un culebrón. Hace ya trece meses que anunciaron su separación en un comunicado y el exdeportista lleva más de un año de relación con Ainhoa Armentia, pero aún siguen estando oficialmente casados.
Parece que el divorcio se firmará a partir del mes de junio, que es cuando Irene, la hija pequeña de ambos, cumplirá la mayoría de edad (lo hace el 6 de junio), lo que permitirá que el acuerdo se selle en un notario y no en un juzgado, con lo que evitarían que pueda filtrarse la sentencia o el acuerdo.
Porque tiene pinta de que el acuerdo va a ser complicado por lo que pide Iñaki Urdangarin. Según ha desvelado el periodista Juan Luis Galiacho en Cuatro al día, el ex duque de Palma pide a la infanta una pensión mensual de 25.000 euros “para poder vivir y mantenerse”. Una importante cantidad a la que Cristina tendría que hacer frente con su sueldo (nada despreciable) de unos 33.000 euros al mes, según afirma Pilar Eyre. Para no tener que sufrir con la cantidad mensual de 8.000 euros que le quedaría, la infanta contaría con la ayuda económica de su padre, el rey emérito.
Pero Urdangarin no se conforma con esa superpensión mensual. Quiere más. En concreto, una indemnización de 2 millones de euros con la que la infanta compraría su silencio para no verse comprometida con posibles declaraciones contra ella de su exmarido, que ha cumplido casi cuatro años de prisión por el caso Nóos. Al parecer esa sería la cantidad que le habrían ofrecido por sus memorias, aunque otras fuentes aseguran que la oferta no llegaba a los 500.000 euros.
Con la pensión y esa indemnización el objetivo sería no sólo que Urdangarin guarde silencio para siempre, sino que lo hagan también su familia y su pareja, Ainhoa Armentia. Galiacho asegura que el ex jugador de balonmano también quiere conseguir bienes inmuebles en el acuerdo, principalmente el chalet que poseen en Bidart, y también poder utilizar la vivienda cedida a la Casa Real en Baqueira Beret. Recientemente Urdangarin y Armentia pasaron unos días en esa casa ubicada en la estación de esquí de Lleida, algo que no gustó nada a la Familia Real y que hizo que Felipe VI acudiera pocos días después a la misma vivienda como forma de enviar un mensaje al todavía marido de su hermana.