En verano, las frutas y verduras son los alimentos por excelencia en desayunos, comidas y cenas. Ya sea en platos fríos, cremas, gazpachos o ensaladas, estos alimentos se convierten en los protagonistas de nuestras mesas cuando el buen tiempo y las altas temperaturas se vuelven una constante. En España, gracias a su clima mediterráneo, es muy común el cultivo de hortalizas como el tomate, el pepino, el pimiento y la lechuga, que se pueden comer crudos.
Sin embargo, no todas las hortalizas son aptas para ser ingeridas sin cocinar como por ejemplo, las patatas, los hongos, las setas, las coles o las berenjenas, entre otras. Estas últimas, a pesar de ser una hortaliza muy apreciada en la cocina española, nunca debe consumirse cruda.
La razón principal es que las berenjenas, a pesar de ser ricas en vitamina C y fibra, contienen una sustancia llamada solanina, un alcaloide tóxico que en grandes cantidades puede resultar nocivo para nuestra salud. Esta sustancia no se encuentra solo en las berenjenas, sino también en varias plantas de la familia de las solanáceas, como las patatas o los tomates.
La solanina se encarga de proteger a la berenjena de posibles hongos e insectos, de ahí el característico sabor amargo que tiene esta verdura. Pero, aunque resulte beneficiosa para la propia hortaliza, su ingesta en seres humanos puede provocar síntomas de intoxicación como náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza y, en casos más graves, problemas neurológicos como alucinaciones y convulsiones.
Aunque la solanina no se destruya completamente con el calor, por su condición de sustancia termoestable, su cocción reduce su concentración a niveles no tóxicos. Por lo tanto, ya sean asadas, fritas o a la parrilla, las berenjenas es mejor comerlas después de una buena cocción.
Señales de una berenjena en buen estado
Aunque la solanina no es buena para nuestra salud, no siempre que nos intoxicamos con esta hortaliza es por su culpa. En muchas ocasiones, cuando compramos frutas y verduras no nos fijamos con detenimiento si están en buen estado y esto puede hacer que nos sienten mal. Para evitar esto debemos prestar especial atención a diversos aspectos:
1. Color de la parte superior
La parte verde, ubicada en el principio de la berenjena y que tiene forma similar a una flor, debe tener este color. Si se vuelve marrón, es un indicio de que esta hortaliza está empezando a deteriorarse.
2. Textura y apariencia
Una berenjena en buen estado tiene la piel lisa y una textura uniforme. Conforme se va estropeando, su piel comienza a arrugarse y empezará a tener áreas más duras o blandas que otras.
3. Interior de la berenjena
Al cortar esta hortaliza, su color interno también es uno de los principales indicativos de frescura. Un tono marrón y un exceso de semillas pueden ser una señal de que la berenjena está en mal estado.
Para alargar la frescura y el buen estado de la berenjena y evitar que se nos ponga mala en menos de un día, lo ideal es guardarla en la nevera o congelador. Sin embargo, es recomendable consumirla antes de los 3-5 días para no correr riesgos innecesarios.
Ahora que ya sabes cómo comer una berenjena para no intoxicarte, disfruta de esta hortaliza perfecta para quienes buscan recetas saludables y sabrosas a su vez.