Fumar es un hábito perjudicial para la salud que en muchos casos comienza en la adolescencia, como un mero acto de imitación de los mayores. El consumo habitual de tabaco aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y cáncer, además de acarrear otros muchos problemas de salud.
Una vez que el tabaco te ha atrapado, dejar de fumar no es una tarea fácil. Esto se debe a la nicotina, una sustancia química muy adictiva que, inhalada en pequeñas cantidades, causa placer y distrae al consumidor de otras sensaciones desagradables.
Hay evidencias científicas de que el tabaco reduce la esperanza de vida en unos 10 años, por lo que los expertos recomiendan no fumar nunca. Si ya eres fumador, nunca es tarde para dejarlo y cuanto antes lo hagas, mejor.
Un estudio reciente, realizado por investigadores de varias universidades de EEUU y publicado en la revista Jama Network Open, ha comprobado que dejar el tabaco a partir de una cierta edad reduce de forma muy importante sus consecuencias negativas sobre nuestro organismo.
Los expertos han llegado a la conclusión de que el daño del tabaco no es irreversible y que los fumadores que dejan de fumar antes de los 35 años tienen bastantes posibilidades de recuperar su salud. Además, a largo plazo, su riesgo de mortalidad será similiar al de las personas que nunca han fumado.
Pese a todo, recalcan que fumar en la juventud y hasta esa edad también es perjudicial y tiene unas inevitables consecuencias negativas, ya que el daño asociado al tabaco, por la inhalación de la nicotina y de esas otras 4.000 sustancias que aspiramos al fumar, se produce en todas las edades. Comienza con el primer cigarrillo y se va acumulando con los siguientes.
A más edad, más riesgo
El estudio, liderado por Blake Thompson, recoge desde 1997 a 2018 datos de personas de entre 25 y 84 años y asegura que a medida que aumenta la edad en la que se deja el hábito, también aumenta el riesgo de mortalidad.
De sus conclusiones se extrae también que, los fumadores que dejan el tabaco antes de los 45 años, ven reducido en un 90% el riesgo de mortalidad en comparación con quienes lo siguen haciendo, y en un 66% si se deja antes de los 64 años.
Desde el mismo momento en el que abandones este mal hábito, tu organismo comenzará a recuperarse y el riesgo de desarrollar la mayoría de las enfermedades asociadas al tabaco se irá reduciendo de forma progresiva.
Volver a apreciar el olor y el sabor de muchos alimentos es solo un detalle mínimo de todos los beneficios que experimentarás al dejar el tabaco.
De forma casi inmediata, solo 20 minutos después de dejar de fumar, tu frecuencia cardíaca disminuye. A las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en la sangre se normaliza. De 2 a 12 semanas después, tu circulación mejora y aumenta la función pulmonar. La tos y la dificultad para respirar disminuyen en un periodo de entre 1 y 9 meses.
Entre los 5 y 15 años siguientes, el riesgo de accidente cerebrovascular se reduce al de un no fumador. Tras 10 años, la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón es prácticamente la mitad de la de un fumador y, en 15 años, el riesgo de enfermedad cardíaca es idéntico al de un no fumador.
Como habrás comprobado, hay muchas razones de peso para dejar fumar o, por lo menos, para hacer el esfuerzo de intentarlo. Combatir la adicción al tabaco necesita un primer paso y es querer dejarlo. ¡Ponte a ello cuanto antes!