Llevar a diario una dieta sana y equilibrada y practicar algún deporte son los pilares de un estilo de vida saludable. Hacer ejercicio va a contribuir a que tu organismo funcione correctamente, a mantenerte en forma y a que te sientas bien.
Hacerlo al aire libre ofrece además una serie de beneficios adicionales para tu salud. Mejora la salud física y mental, aportando vitalidad y reduciendo el estrés y los niveles de cortisol y elevando el estado de ánimo y la autoestima. Además, imprime al organismo vitamina D, que previene enfermedades cardiovasculares, refuerza la salud ósea y mejora el sistema inmunitario.
Tanto si eres de los que haces ejercicio todo el año como si solo te animas en vacaciones, debes tener en cuenta que en verano es aconsejable tomar una serie de precauciones para no poner en riesgo tu salud y una de ellas es controlar la temperatura máxima a la que debes practicarlo.
Mejor, a primera hora
Y es que, para evitar los golpes de calor o las fatigas excesivas que pueden provocar la exposición a las altas temperaturas y que podrían derivar en lipotimias o desmayos, lo más recomendable es hacer ejercicio por la mañana temprano. La última hora del día también puede ser un buen momento, aunque hay que aumentar la hidratación porque las temperaturas suelen ser más altas que a primera hora de la mañana.
Practicar deporte con calor hace que se pierdan entre 2 y 4 litros más de líquido mediante el sudor. Por ello, Valentín Fernández, profesor de Entrenamiento y Planificación Deportiva en Universidad Europea, aconseja “hidratarse mucho y de manera constate, más que de costumbre, sin esperar a tener sed para ingerir algo de líquido”. En caso de no hacerlo, la vasodilatación puede empeorar la circulación y producir calambres musculares, dolor de cabeza u otro tipo de molestias.
En cuanto al tipo de deporte, si aprovechamos que en verano tenemos más tiempo libre para iniciarnos en la práctica de alguno nuevo, el experto recomienda que elijamos el que más nos llame la atención y se adapte a nuestras preferencias y necesidades, “porque muchas personas empiezan a hacer natación en verano y como no les gusta nadar, al tercer día lo dejan”.
De cualquier forma, Fernández apunta que la temperatura adecuada para la práctica del deporte debe ser de “no más de 33 grados si se está acostumbrado a hacer ejercicio y no más de 28 si no es así”.
El experto también considera que no es aconsejable pretender hacer durante las vacaciones todo el deporte que no hemos hecho durante el resto del año, porque el cuerpo necesita habituarse de una manera progresiva. Y en el caso de tener previsto realizar un esfuerzo especial, como el Camino de Santiago o ir a la montaña para practicar escalada, por ejemplo, los meses previos se debe ir aumentando la cantidad de ejercicio para prepararse de cara a esas exigencias futuras.
Fernández señala que en estos casos contar con el consejo y la supervisión de un entrenador físico-deportivo que nos ayude a aumentar la carga de entrenamiento, puede ser una buena solución.