La atleta elgetarra, residente en Mutriku, atraviesa un dulce momento de forma. En las dos últimas semanas lleva otras tantas victorias, a lo que hay que añadir el récord que batió en el Teide. Es una de los grandes nombres de los últimos años en el trail, pero también es capaz de brillar en el asfalto. De hecho, reconoce que bastantes de sus entrenamientos los hace sobre asfalto. Así que no se puede descartar que haga un buen papel este domingo sobre 10 kilómetros.
Está fuerte: viene de ganar el Campeonato de España de trail y la Kangas Mountain.
–Sí, he tenido un buen rendimiento tanto este pasado fin de semana en Asturias como la semana anterior en el Campeonato de España en Cádiz. Además, fueron dos carreras en las que los rivales no me lo pusieron fácil y me obligaron a exprimirme. Había gente apretando y he podido sacar una marcha más, lo que me hace estar más contenta.
¿Por qué participa en la Carrera de Primavera? Usted está más centrada en el monte.
–Bueno, me llamaron desde la organización para apoyarles con mi imagen y yo encantada si sirve para algo, porque la carrera tiene también un fin solidario (el dorsal cero está destinado a la asociación Wanawake, que trabaja en África con el objetivo de prevenir todas las formas de violencia contra las mujeres). Además, aunque no me siento competitiva en una distancia de 10 kilómetros, como entrenamiento de calidad me viene bien. A los entrenamientos en asfalto dedico tres días a la semana. Quien hace trail sabe que también hay que entrenar en asfalto, porque eso te da mucha chispa. En muchas carreras la salida tiene 2 o 3 kilómetros de asfalto, o hay por ahí algún kilómetro de asfalto o sendero que pide correr rápido, y es donde se nota. Hace ocho años corría y entrenaba más kilómetros en asfalto que ahora, aunque llegó un momento en el que se convirtió en un medio muy lesivo para mí, así que algunos días cambio asfalto por caminos tipo gravilla.
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En asfalto ha ganado, por ejemplo, la Behobia-San Sebastián.
–Sí, en 2012. Entonces aún entrenaba bastante en asfalto. La verdad es que me gusta más entrenar en monte, ¿eh? Después de la Behobia tenía una carrera de montaña en Argentina con un perfil bastante rápido y estaba con esa idea de que me sirviera bien para esa carrera. Me tomé la Behobia como un entrenamiento de calidad y gané.
Va a hacer 39 años, empezó a destacar muy joven, ha tenido lesiones, dos niños... ¿en qué momento se encuentra?
–Estoy en un momento en el que me conozco mejor que nunca, tanto mis virtudes como mis defectos en carrera. También he aprendido a confiar más en mí y a tener paciencia, porque en los entrenamientos y las carreras siempre hay contratiempos, y hay que saber adaptarse. Desde hace ocho años no tengo entrenador porque cada día surgen imprevistos, ya sea por los niños o por el trabajo, y he aprendido a entrenar sin obsesionarme con los kilómetros. Tengo unos mínimos semanales y, si puedo, hago más. Las cosas salen si las haces con un poco de cabeza. Estoy disfrutando porque hago las cosas de forma más fluida, sin sentirme presionada. Están saliendo muchas chicas jóvenes, lo que me deja en segundo plano, y eso me gusta.
Hace poco más de un mes batió el récord de ascenso y descenso al Teide, y eso que sufrió una fuerte torcedura de tobillo.
–Sí, mucha gente me ha hablado de eso. Este pasado fin de semana en Asturias un chico me dijo: Cuidado con el tobillo en la bajada. Tengo los tobillos muy laxos. Nunca me he hecho un esguince, pero desde una lesión que me hice en el tobillo derecho hace años se me quedó resentido. Me lo suelo torcer cuando pierdo la concentración. Si voy concentrada, aunque sea un terreno técnico, voy bien. Suele ser cuando me desconcentro un poco. De hecho, en el Teide ya había pasado la parte técnica de la bajada, pero empecé a pensar en otra cosa y se me fue el tobillo. En el momento duele. Ese día quedó grabado, pero me ha pasado más veces. Ya sé que el dolor va aminorando si doy unos cuantos pasos más y ese día podía seguir corriendo. Cada vez que me hago resonancias en los tobillos, justo después del reto del Teide me hice otra vez, no tengo nada salvo algún hematoma que se forma. La torcedura fue aparatosa, pero ahí se ha quedado.
Los corredores de montaña tienen muchísimas carreras y retos para elegir. ¿Qué le mueve a usted?
–Hay varios factores: la distancia; dónde son las carreras, porque igual si son lejos las descarto directamente; y, por qué no decirlo, el tema económico. Tengo mi trabajo, pero también me gusta que correr dé sus frutos y busco carreras que tengan un premio económico. También es verdad que, aunque en una carrera no haya un premio económico, igual compensa ir por la repercusión que puede tener o porque van todas las corredoras de élite, y entonces tienes que ir. Hay un poco de todo durante el año. A veces también voy simplemente porque el entorno es maravilloso.
¿En qué trabaja ahora?
–Mi marido y yo tenemos un centro en Mutriku. Él es osteópata y yo llevo las clases de estiramientos y los entrenamientos de HIT (High Intensity Training), que es una manera de ejercitar cardio y fuerza.
¿Después del domingo, en qué carreras le vamos a ver este año?
–Voy a una prueba en Alto Sil (entre León y Ourense), que tiene varias distancias. Igual hago la de 55 kilómetros, porque este año quiero dar un saltito en la distancia. En mi trayectoria apenas he hecho carreras de más de 50 kilómetros, pero quiero dar ese paso porque me estoy dando cuenta de que cuando llego a los 42 kilómetros es cuando mejor me siento y que, en cambio, en los primeros 15 kilómetros sufro más de la cuenta. No me veo aún en ultras de 100 kilómetros o más, pero alrededor de los 60 kilómetros sí. Después, en abril, hago otra carrera en Castellón de 65 kilómetros que es puntuable para la Copa del Mundo. En mayo haré el Kilómetro Vertical de Txindoki, que es Campeonato de Euskadi, y a la semana siguiente corro la Zegama-Aizkorri. El fin de semana del 10-11 de junio es el Mundial de trail en Austria. Después ya seguiría con las carreras de las Golden Trail Series: Maratón de Mont-Blanc, Sierre Zinal... y alguna carrera más, por ejemplo una de 55 kilómetros en el Val d’Aran.
Cuando está en forma, le gusta correr mucho.
–Las rachas buenas hay que aprovecharlas, porque las malas vienen solas. Mientras pueda, voy a correr mucho. A veces te pones un objetivo y no llegas bien, o esperas alguna prueba concreta y no te sale bien. El cuerpo me está respondiendo. No tengo que demostrar nada, no lo digo por chulería, sino porque ha habido momentos que he gestionado peor el hecho de no ganar carreras. Ser favorita o no, ahora mismo no me afecta. Estoy disfrutando.