El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció este domingo que investigará la respuesta policial al tiroteo en la escuela de Uvalde (Texas) en la que el pasado martes murieron 19 niños y dos maestras.
En un comunicado, el portavoz del Departamento de Justicia Anthony Coley anunció la investigación, cuyos resultados serán públicos y que se abre a raíz de una petición del alcalde de Uvalde, Don McLaughlin, después de que la actuación de la Policía haya sido duramente cuestionada por su aparente lentitud.
Según indicaron en el Gobierno estadounidense, el objetivo de la pesquisa es obtener una versión independiente de la respuesta por parte de las fuerzas de la ley y de cada una de sus acciones en la jornada del martes 24 de mayo, cuando se produjo la masacre.
Además, se espera que las conclusiones a las que se llegue puedan servir para identificar problemas y actualizar los protocolos de actuación para futuros tiroteos.
El director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw, reconoció el viernes en una rueda de prensa que el hecho de que los agentes de Policía no derribasen la puerta del aula en la que se hallaba el autor de los disparos fue una "decisión incorrecta" y culpó de ella al máximo responsable policial que en ese momento se encontraba en el colegio.
Varios medios aseguraron el sábado que ese responsable era Pedro "Pete" Arredondo, el jefe de Policía del Distrito Escolar de Uvalde, que hace ya varios días que no aparece en las ruedas de prensa sobre la situación.
Según contó McCraw, después de haber oído múltiples disparos en el aula y considerar que las balas ya solo se dirigían a la puerta cuando los agentes trataban de acceder, el citado jefe interpretó que ya no quedaba nadie con vida dentro salvo el agresor.
Por tanto, optaron por esperar, hasta que finalmente un equipo de la Patrulla Fronteriza entró en el aula tras un escudo y el atacante, Salvador Ramos, salió de un armario de la clase y empezó a dispararles, momento en que lo abatieron a tiros.
En el suelo del aula, los agentes se encontraron a los niños, muchos de ellos ya fallecidos, pero algunos todavía vivos, incluida Miah Cerrillo, de 11 años, que se untó la sangre de otro alumno en el cuerpo para parecer muerta.