Resulta razonablemente habitual ver a algunos perros que se tumban con las patas al aire y frotan su lomo contra el suelo con energía. Pese a no ser un gesto ni extraño ni problemático en sí mismo conviene saber por qué lo hace para saber interpretarlo correctamente y tomar alguna medida correctoras si hace falta.
De entrada, a muchos perros les parece divertido y forma parte de sus juegos. Revolcarse por el suelo es un movimiento más con el que desfogar energía y divertirse tanto como corriendo detrás de otro perro o de un juguete, olisquear todo lo que se ponga a tiro o buscando los mimos que tanto le gustan. De hecho les puede resultar placentero, tanto como unas caricias. Las diferentes texturas de una alfombra. la hierba o la tierra le ofrecen diferentes sensaciones que les apetece experimentar. Su propia expresión de relajo y alegría ayuda a entender esto. No olvidemos nosotros los humanos las veces, especialmente en la infancia, que hemos jugado a dar volteretas y rodar por la hierba o la arena y a hacer ángeles en la nieve.
Una segunda razón es que tengan algún picor al que no puedan llegar para rascarse y rotarse contra el suelo puede ser una manera de aliviar esta molestia. Hay humanos que se rascan contra el marco de una puerta para rascarse allí donde la mano no llega. Si es un refrote con cierta ansia , esta puede ser la razón. En principio puede ser algo puntual, pero conviene revisar su pelaje no vaya a ser que el picor se lo produzca una pulga, una garrapata u otro parásito o quizá sea síntoma de alguna alergia que haya que consultar cono el veterinario.
La temperatura corporal, el calor puede ser un tercer motivo. Los perros se refresca y se liberan del calor a través de la boca y de la trufa. Apenas tienen glándulas sudoríparas y están en la patas, en las almohadillas. Por ello, en días de muchos color o tras un ejercicio intenso que les ha subido la temperatura corporal, revolcarse sobre una superficie fresca, como la hierba o la tierra húmeda, o incluso en un superficie de piedra, cemento o cerámica, que retiene el frío le ayuda a rebajar su temperatura de forma eficaz.
Dentro de su círculo social, tanto canino como humano, puede ser un mensaje con varias interpretaciones. Así, por un lado puede ser un medio de defensa, ya que rodando por el suelo dificulta un ataque directo a su cuello a la vez de que dispone de las cuatro patas para mantener alejado a su oponente. Pero también puede ser una muestra de sumisión y de confianza, de reconocer la jerarquía y evitar el enfrentamiento.
Pero derivado de esto, y con respecto a los humanos, puede ser una manera de atraer nuestra atención y de lograr unas caricias extras. No se puede obviar que la tripa es una de sus partes más sensibles y rascársela les supone un gran placer. Puede ser que sea una conducta aprendida, que sepa que si nos muestra va a lograr un recompensa en forma de atención, de caricia o de premio. Si esto es muy repetitivo, habría que valorar que quizá de normal no se le dedique toda la atención que necesita.
Una última razón puede ser que se le despierte un antiguo instinto de su ancestro salvaje, de antes de la domesticación. En ese periodo anterior a la convivencia con humanos, los canes eran una animal que era tanto cazador como presa, por lo que una de sus mecanismos de defensa era enmascarar su olor y no ser detectado por sus potenciales presas o depredadores. Por ello, cuando este atavismo se activa, puede revolarse sobre sustancias de fuerte y desagradable olor, al menos para los humanos. Se trata de la necesidad instintiva de enmascarar su olor ante posibles enemigos o víctimas, por lo que poco se puede hacer para cambiar esta situación.
¿Hay que corregir esta actividad?
Es la gran duda, todo depende de los porqués. Así, debemos prestar atención a si lo hace de manera obsesiva, si responde a un problema de parásitos o de alergias, si lo hace por que sufre cierta falta de atención o por algún tipo de estrés por no tener bien cubiertas sus necesidades físicas o mentales, si se ensucia demasiado y tiene el pelo largo…
Si se detecta que es alguno de estos casos lo mejor es contactar con algún etólogo canino o algún adiestrador, incluso con un veterinario para que nos aconseje y ponerle solución.