El arranque de liga proyecta a un Athletic que se ha ganado un crédito merecido pese a que solo hayan transcurrido cuatro jornadas de liga. La victoria el sábado sobre el Mallorca en San Mamés le permitió alcanzar el liderato, aunque sea de manera efímera, porque únicamente lo ha podido disfrutar durante 17 horas, hasta que el Atlético de Madrid, paradójicamente próximo rival del conjunto rojiblanco, firmara ayer domingo in extremis, en el minuto 99, la remontada ante el Espanyol. Pese al escaso tiempo en el que el Athletic ha permanecido en la cima, el colectivo de Marcelino, que cierra la jornada en puestos europeos, tiene motivos para sonreír en cuanto a sensaciones de juego y de solvencia. Los números le retratan. Luce la etiqueta de invicto, es el menos goleado con un solo tanto encajado, junto al Sevilla aunque el cuadro de Julen Lopetegui ha jugado un encuentro menos ya que tiene pendiente su compromiso aplazado ante el Barça; los rivales le generan muy poco, solo seis disparos recibidos entre los tres palos en 360 minutos; y por fin logró encadenar dos victorias consecutivas después de un año de espera.
El Athletic es, por tanto, un equipo de autor. Es la viva imagen de lo que desea su entrenador, una vez que Marcelino ha diseñado este proyecto desde el minuto cero tras recalar en el banquillo bilbaino mediada la campaña pasada. Puede gustar más o menos, pero lo cierto es que su idea es reconocible y hasta innegociable. El asturiano no se suele mover de su plan salvo en mínimos detalles. Se conoce su propuesta, sostenida en un 4-4-2 pese a que a él no le agrada que se le encasille en ese sistema ni que se le denomine así, al mismo tiempo que esta fórmula se traduce en el imperativo de imprimir un altísimo ritmo de juego, intentar acumular llegadas en el mayor número posible, acentuar la intensidad en los duelos personales, blindar el sistema defensivo cuando el momento lo requiere y presionar en lo que califica como bloque alto y medio. Su teoría recoge esta serie de directrices que sobre el verde pueden sufrir leves modificaciones en función del transcurrir del partido, como así lo certificó ante el Mallorca al efectuar un triple cambio cuando apenas había transcurrido una hora de juego. Sus movimientos tuvieron un premio inmediato, encarnado en el tanto de Dani Vivian, que abría la lata para ya con el marcador de cara navegar a favor de viento.
Marcelino dice tener motivos para estar satisfecho con las prestaciones de su equipo en estos cuatro partidos iniciales, pero se entiende que el de Villaviciosa no es un entrenador conformista. Ha dado la alternativa al sorprendente Vivian ante la baja por lesión de Yeray con lo que el gasteiztarra, que además se estrenó el sábado como goleador, ha pasado por la derecha al inédito Unai Nuñez; mantiene la titularidad de Iñigo Lekue en el saturado lateral derecho conforme a su interpretación de justicia; da cada vez más minutos a Nico Williams, decidido a reivindicarse al margen de su apellido... Son decisiones que afectan a determinados nombres propios, pero, por encima de particularidades, el técnico busca, por lo menos así lo expresa, una continua mejora del juego grupal. Es en este matiz donde debe poner el acento, como lo dejó caer incluso en su comparecencia tras el triunfo del sábado, momento en que reconoció ciertas carencias para crear un fútbol más combinativo en los tipos de choques a los que al Athletic le toca gestionar la posesión.
Los entrenadores tienen criterios fijos, son incluso cabezones en ciertos conceptos. Marcelino no es ajeno a esta leyenda. Resulta paradójico ese lamento en el matiz creativo cuando repite la misma fórmula en la parcela ancha, con la sociedad formada por Vencedor y Dani García en la que ha insistido de inicio. Se entiende que no está del todo complacido con la misma cuando la ha retocado mediada las segundas partes en estos cuatro encuentros o quizá lo tiene interiorizado de antemano. O sea, Zarraga ha sido el sustituto natural de Vencedor y Vesga, el de Dani García; salvo en el duelo ante el Barça en el que hubo un cambio de orden en los protagonistas. Sucede algo parecido también en el caso de Villalibre, que ha participado en tres partidos como revulsivo para quedarse sin comparecer frente a los azulgrana. Por algo este Athletic sí es puro Marcelino.
sorteo de entradas
Pasa a ser puro, sin condiciones. El Athletic decide suprimir los dos criterios de preferencia de asignación de localidades para los socios que hasta la fecha había decretado – antigüedad y número de encuentros con derecho de asistencia anteriores– para los partidos ante el Barça, Mallorca y el próximo frente al Rayo Vallecano, por lo que desde el compromiso en San Mamés ante el Alavés en el primer fin de semana de octubre el sorteo pasará a ser puro entre todos los socios inscritos para adquirir las entradas disponibles.