Actualizado hace 7 minutos
Oímos hablar de ella casi todos los días, porque desde su llegada muchas cosas han cambiado, están cambiando y más que van a cambiar. La inteligencia artificial ha venido para quedarse entre nosotros, para aplicarse a casi todo (escribir o resumir textos, resolver dudas, crear imágenes realistas y un largo etcétera) y, aunque está avanzando a un ritmo vertiginoso, aún le queda muchísimo desarrollo por delante, lo que en muchos casos provoca dilemas éticos y morales.
Miedo a su inteligencia
También está creando mucha inquietud por el miedo a que pueda reemplazar el trabajo de muchos seres humanos y que lo que parecía un gran avance pueda ser para numerosas personas un obstáculo para su vida, ya que les puede hacer perder su empleo a medio o largo plazo. Pero según sus desarrolladores hay que estar tranquilos, porque al menos por ahora la IA no ha alcanzado la inteligencia que tiene un ser humano.
A mediados de septiembre, OpenAI lanzó su primera IA con cierta capacidad de razonamiento, a la que llamó o1 y se ha implementado en ChatGPT para los usuarios Plus y Team. Está diseñada para dedicar más tiempo a pensar las preguntas, razonar tareas complejas, resolver problemas más complicados y admitir sus errores. Y se la sometió al conocido examen Mensa Noruega para medir su coeficiente intelectual (CI), aunque en una IA no se pueda hablar de ese concepto propiamente dicho. Respondió correctamente a 25 de las 35 preguntas que se le formularon, lo que le otorgó un CI de 120. Eso le hace superar el CI promedio de las personas, que oscila entre 90 y 109.
Como un gato doméstico
Ese coeficiente intelectual de la IA evidentemente se va a ir incrementando conforme se vaya desarrollando. Se calcula que en 2026 podría alcanzar ya 140. Eso sí, el director ejecutivo y cofundador en 2010 de Google Deep Mind, Demis Hassabis (Premio Nobel de Química en 2024), cree que aún queda mucho para que la IA pueda tener las capacidades cognitivas y razonamiento de un ser humano. De hecho, asegura que a día de hoy alcanzaría el equivalente al coeficiente intelectual de un gato doméstico, porque todavía se limita a imitar aquello que encuentra en internet y no a pensar por sí misma.
Entre los grandes avances de la humanidad
Ese es precisamente el objetivo que persiguen: que sea capaz de razonar de forma autónoma. Hassabis cree que la IA puede convertirse en uno de los más importantes avances de la humanidad, al nivel del fuego o la electricidad, porque servirá para acelerar el desarrollo y los avances en sectores tan vitales como la medicina, la investigación científica, el cambio climático o el desarrollo de materiales.