Son varios los espacios semidesérticos y áridos que podemos encontrar a lo largo y ancho de la península Ibérica. Definidos como paisajes lunares, de película, de otro mundo, lugares como las Bardenas, en Navarra y donde se han rodado películas de James Bond o series como Juego de Tronos; el almeriense desierto de Tabernas, plató de numerosos spaghetti westerns; el también andaluz de Gorafe, en Granada y que cuenta con el mayor acúmulo europeo de túmulos prehistóricos, o el aragonés desierto de Los Monegros, de gran riqueza biológica junto al valle del Ebro, son algunos de los más populares y visitados
A esta lista habría que añadir otro mucho más desconocido, algo más recoleto pero de una espectacularidad tal que muchos lo llegan a comparar con el estadounidense Gran Cañón del Colorado. Se trata de la rambla de Barrachina, también llamado barranco de Barrachina o Cañón Rojo de Barrachina, a pocos kilómetros de la ciudad de Teruel.
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Farallones rojos característicos del paisaje que rodea el barranco de Barrachina.
La Rambla de Barrachina
Es uno de los paisajes más desconocidos y espectaculares de la provincia de Teruel se encuadran en lo que caracterizan como tierras baldías o badlands. Este es un tipo de paisaje de características áridas y de litología rica en lutitas, extensamente erosionado por el agua y el viento, debido a la falta de vegetación. En este tipo de territorios suele llover pocas veces, pero cuando lo hace suele ser de forma torrencial.
Los colores de tierras y estratos van desde los blancos, los rojos y amarillos con toda una gama de ocres que contrastan con el azul del cielo y el verde de la poca vegetación que en él trata de sobrevivir. El paisaje cambia de color según las horas del día, el sol incide en las arcillas, en los grandes mallos y en las paredes verticales que tanto nos recuerdan al Gran Cañón del Colorado.
Este lugar era un antiguo camino utilizado por los pastores y sus rebaños, que según los mitos locales narran encuentros con criaturas míticas como el Trasgo, un duende aragonés que incordia a quien con el se cruza. Hoy, la ruta es un testimonio viviente de estas historias, atrayendo a curiosos y aventureros. La zona se caracteriza por un clima mediterráneo continental, con inviernos fríos y veranos calurosos, siendo la primavera y el otoño las mejores épocas para visitar y disfrutar del frescor del paisaje.
El recorrido
La rambla de Barrachina se encuentra a 5 kilómetros de Teruel y 40 de Albarracín. La ruta comienza cerca del pueblo de Villaspesa, donde se puede dejar el coche. Se calcula que los 12 kilómetros del recorrido circular se pueden completar en unas cuatro horas, aunque como en la mayor parte de estas excursiones no se viene a batir récords ni a hacer una carrera, por lo que el paseo durará lo que marque el ritmo de los paseanates y la duración de las paradas en diferentes puntos.
Este recorrido es apto para todas las edades, aunque se recomienda que los más pequeños ya sean bastante autónomos ya que el terreno es variado y dentro de la sencillez hay tramos de una dificultad moderada. Además es un camino natural, no accesible ni preparado para silletas infantiles ni sillas de ruedas. Es un entorno natural muy particular por su geología y por su flora y fauna específica, por lo que si se visita con perro, este debe estar siempre controlado llevarlo con la correa puesta.
La ruta está bien señalizada con marcas clara y bien visibles. A ellas se unen otros paneles informativos en los lugares de interés que dan cuenta de la historia y las características del entorno. y señales informativas que relatan la historia y la naturaleza del camino.
No hay que olvidar que es una zona árida y de clima en el que puede hacer mucho calor o mucho frío con apenas lugares poder refugiarse del sol. Por ello es necesario equiparse con la ropa adecuada, protegerse con crema solar y llevar suficiente agua.
Los puntos de interés
Una vez puestos en marcha, son varios los puntos de interés que acaparan la atención de los senderistas. La propia rambla, que es el corazón de este paisaje, se presenta con un paisaje árido y espectacular con colores que van del rojo al ocre. Las formaciones geológicas, moldeadas por la erosión, ofrecen una experiencia visual evocadora.
Seis kilómetros mas adelante se llega a la Muela de Teruel, un punto elevado con vértice geodésico desde el que se puede disfrutar de una panorámica sobre el Guadalaviar, la sierra de Albarracín, la ciudad de Teruel, el valle del Turia y el pico Javalambre.
Desde aquí hay que dirigirse hacia Valdeciervos, a kilómetro y medio. Se camina entre piedras y cortados, por lo que hay que tomárselo con calma y cuidado, especialmente en los días de viento. Esta comarca fue escenario de duras batallas durante la Guerra Civil, por lo que se pueden ver todavía restos de posiciones militares. Al llegar a Valdeciervos, paredes perpendiculares al suelo de vivos colores rojizos impresionan al caminante tanto como el silencio ambiental. Desde aquí se busca el descenso hasta el punto de partida y volver a Villaspesa.