Actualizado hace 8 minutos
Pocas son aquellas personas a las que no les gustan las patatas fritas, solas o como guarnición. Aunque hay gustos para todos, las preferidas mayoritariamente son las que quedan crujientes con un dorado brillante y que tras morderlas dan paso a un interior suave y jugoso.
Conseguir este punto tiene su técnica y son algunos los que utilizan algunos trucos para mejorar y facilitar el resultado. Y uno de ellos viene de la mano de un ingrediente inesperado que algunos cocineros profesionales han ocultado a la hora de comunicar sus recetas y que se conservaba de puertas de la cocina para adentro.
Son muchos los profesionales de la cocina que emplean el vinagre blanco para hacer que a las hora de freír la textura final de las patatas sea la más satisfactoria para sus clientes.
Remojar con vinagre
Es un truco tan sencillo como efectivo. El comienzo es de común conocimiento, pelar las patatas y cortarlas en tiras del tamaño que más apetezca, pero muy finas ni muy gruesas. Si se hacen finas lo más probable es que no haya un interior suave y jugoso y si son gruesas, el interior tardará en cocinarse y es probable que se oscurezca demasiado por fuera y se forme la peligrosa acrilamida mientras que el interior queda poco hecho.
Cuando las patatas ya estén preparas vine el momento de usar el vinagre. Se trata de sumergir las patatas en agua con el fin de eliminar el almidón sobrante. En este proceso se añade al agua empleada una cucharada de vinagre blanco y un poco de sal. Con un remojo de diez minutos bastará. Después se escurren y se secan debidamente pasándolas por papel absorbente con el fin de elimina toda la humedad que se pueda. Ya solo queda freírlas de la forma habitual.
Son muchos los cocineros que aconsejan una doble fritura. Es decir, pasarlas por la sartén con el aceite a baja temperatura durante unos minutos, sacarlas para que se enfríen y después devolverlas a la sartén, esta vez con el fuego más fuerte para que se hagan más por fuera y lograr el color dorado más atractivo posible.
Otros tips para que queden perfectas
Pero este no es el único truco para que tus patatas fritas entren por los ojos y por la textura.
1. Usar las patatas adecuadas
Son muchas la variedades patatas en las tiendas, y unas son más adecuadas que otras para pasar por la sartén, Sin entrar a cada una, se puede decir que las patatas amarillas o las de piel roja contienen menos agua y almidón, por lo que se mantendrá más compactas durante el cocinado.
2. Pasarla por agua.
Se trata de eliminar la mayor cantidad de almidón posible, por lo que es oportuno ponerla en un recipiente con agua fría para lavarlas. El tiempo varía según la experiencia de cada cual, de desde un cuarto de hora hasta dos horas. Al retirar el agua se podrá ver que ha quedado muy blanquecina.
3. Secarlas bien
El aceite caliente y el agua no se llevan bien, por lo que para evitar salpicaduras peligrosas, lo mejor es escurrirlas y secarlas cuidadosamente. Además, cuanto menos húmedas, más fácil será que queden crujientes.
4. Usar una sartén adecuada
Lo mejor es una sartén de hierro porque mantiene constante el calor del aceite y ayuda a hacer una buena costra exterior. Las freidoras también son una buena opción, su termostato permite que el aceite se mantenga a la misma temperatura y solo hay que controlar el tiempo de fritura.
5. Elegir bien el aceite para freír
Elegir un aceite que tenga un punto de humo alto, es decir que aguante una temperatura alta antes de empezar a degradarse y producir sustancias nocivas. El aceite de oliva virgen es el más adecuado. También el de girasol alto oleico es una buena alternativa.
6. Temperatura correcta
La temperatura adecuada para freír las patatas es de unos 180º. Un termómetro de cocina te sacas de dudas, pero se puede usar el truco del palillo o del pan rallado. Se ponen en el aceite y si chisporrotea, ya está preparado. La ventaja del palillo es que solo hace falta meter un extremo y se saca sin contaminar el aceite con elemento que pueden quemarse.
7. Aceite abundante
Para que se hagan bien, las patas deben estar completamente sumergidas y deben bailar dentro. Por esta razón es mejor hacerlas en tandas , aunque se tarde un poco más.
8. Sin tapar la sartén
Si se cubren con un tapa, el vapor de agua se concentrará en ella y volverá a caer en el aceite haciendo que este salte. Además, la concentración de humedad hará que no queden crujientes.