Los pagos en efectivo están en claro retroceso desde hace décadas, cuando las tarjetas de crédito y de débito comenzaron a tomar protagonismo. Pero estas en los últimos años tienen otro nuevo y potente rival: los teléfonos móviles (también algunos relojes inteligentes), a través de los cuales se puede pagar en gran parte de los establecimientos como si de una tarjeta se tratara. Y como casi todo el mundo sale a la calle con su smartphone ya no hay necesidad de llevar esas piezas rectangulares en la cartera, sino simplemente basta con acercar el teléfono al datáfono.
Los riesgos de pagar con el móvil
Como todas las novedades tecnológicas, pagar a través del móvil tiene sus riesgos, porque, como podemos comprobar día a día, no es nada raro que alguien pierda su teléfono o incluso que se lo roben. Ello obliga a tomar unas mínimas medidas de seguridad para que en caso de que alguien se haga con nuestro terminal no pueda usarlo para vaciarnos la cuenta, teniendo en cuenta de que además no se enseña el DNI al utilizarlo.
Realmente lo que llevamos en nuestro móvil son las mismas tarjetas físicas pero descargadas y registradas en la llamada cartera digital o wallet del propio teléfono o en la específica de nuestra entidad bancaria (ya sea introduciendo manualmente los datos o escaneándolas con la cámara), y tienen la misma validez. Utilizan la tecnología NFC (hay que tenerla activada para poder pagar con ellas) para comunicarse con el datáfono y transferir la información.
Consejos para reforzar la seguridad
El Banco de España ha señalado una serie de consejos para reforzar la seguridad, algo que se puede hacer introduciendo funciones adicionales, como un patrón de desbloqueo, un pin, una huella dactilar o el reconocimiento facial. La tokenización (el proceso mediante el cual se convierte información sensible en un conjunto de caracteres alfanuméricos llamados tokens) de los pagos, el sistema informático que sustenta estas transacciones, ofrece una capa de seguridad adicional y, en caso de que perdamos el móvil o nos lo roben, nadie pueda acceder a esa información.
En primer lugar, el móvil debe tener configurado un bloqueo para que únicamente el legítimo titular de las tarjetas pueda realizar los pagos. Las apps directamente no dejan configurar las tarjetas sin esta capa de seguridad básica.
Además, puedes establecer mayores medidas de seguridad mediante el establecimiento de un doble factor de autenticación para acceder a la cartera digital.
Otra recomendación es establecer un importe mínimo a partir del cual sea necesario introducir el código pin. Por defecto viene fijado en 50 euros para tarjetas, pero puede cambiarse para poner la cantidad que a nosotros nos parezca oportuna.
El último consejo es desactivar la opción NFC en el dispositivo mientras no la vayamos a usar, porque si no se queda funcionando 24 horas el día y normalmente sólo la necesitamos en momentos puntuales, en los que apenas cuesta unos segundos volver a activarla cuando vamos a pagar con el móvil.