Vida y estilo

Estos platos y recetas tienen el nombre confuso, no vienen del todo de donde dicen

Bautizar un plato tiene su punto y a veces se adapta cuando llega de fuera, pero en ocasiones hay un gentilicio lleva a errores que no hay forma de corregir
Un sencillo y limpio arroz a la cubana que solo se prepara aquí.
Un sencillo y limpio arroz a la cubana que solo se prepara aquí.

Actualizado hace 10 minutos

Lo de poner nombre a un plato para anunciarlo en el menú es todo un mundo que va desde el sencillo y familiar “las patatas de la abuela” hasta poéticos nombres que no anuncian qué se va a comer y llevan a sorpresas cuando el plato llega a la mesa. En medio, todo un completo listado de denominaciones que no se sabe muy de dónde salen pero que todo el mundo tiene claro.

Entre ellos se pueden encontrar los que anuncian su origen. Sería el ejemplo clásico la tortilla de patatas, que aquí es descriptivo y en el resto de los países se conoce como tortilla española. Pero entre estos platos con un gentilicio por apellido no es oro todo lo que reluce y algunos de ellos no dicen la verdad. Estos son cinco de ellos.

La tortilla francesa no viene de Francia

La tortilla francesa, tan popular en los hogares como cena ligera, sencilla y razonablemente saludable, no tiene nada de francesa. Aunque hay distintas versiones sobre su origen, el más comúnmente aceptado afirma que se remonta a la Guerra de la Independencia española, a comienzos del siglo XIX. Las tropas napoleónicas asediaron Cádiz y San Fernando durante más de dos años. La falta de alimentos hizo que no hubiera verduras y hortalizas para preparar las tortillas habituales, por lo que la tortilla se redujo a solo los huevos y se la llamó, con cierta sorna, tortilla a la francesa. Acabada la guerra, y a pesar de la vuelta de las hortalizas, hubo quien se mantuvo fiel al nuevo plato y su nombre. Con el paso del tiempo y la economía del lenguaje, acabó en tortilla francesa a pesar de ser gaditana.

La ensaladilla rusa la inventó un francés, pero se la cambiaron

El empanado es el último paso para preparar un buen filete ruso.

El empanado es el último paso para preparar un buen filete ruso. Igor Golovniov

La ensaladilla rusa tiene la virtud de que admite casi cualquier ingrediente bien mezclado con mayonesa. En origen se llamaba salad Olivier, nombre del chef francés que trabajaba en restaurantes de lujo en Rusia a mediados del siglo XIX. Loucien Olivier fue el primero en amalgamar con mayonesa una serie de ingredientes secretos entre los que había perdiz, carne de cangrejo, caviar, lechuga, patatas cocidas y aceitunas. Lo dicho, un lujo para la clase alta. Pero llegaron la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, y con ellas la escasez. Desaparecieron los ingredientes caros y se mantuvieron hortalizas como patatas, zanahorias, guisantes y la mayonesa. Cuando saltó al resto del mundo, se le cambió el nombre a ensaladilla rusa. El apellido se justifica por los pelos, quizá bolchevique sería más exacto.

Los filetes rusos, solo relativamente

Aunque los filetes rusos sí nacieron en Rusia y allí se les llama kotleta, la mente creadora que los ideó llegó, como en el caso anterior, de Francia, llamada por los nobles rusos que se dejaron seducir por los encantos gastronómicos galos. El internacionalmente conocido como filete ruso se elabora con carne picada mezclada con cebolla picada, ajo, miga de pan, leche, huevo y perejil, además de pan rallado. Además, se pasa por harina antes de freír. Dicho esto, no hay que confundirlo con la hamburguesa, que solo es carne picada y se come entre pan y pan. Sí tiene en común que su origen no es el que parece.

La hamburguesa no nació en Hamburgo

De Hamburgo solo es el nombre y el puerto de origen de quien llevó la receta del tártara original a Estados Unidos. El steak tartar es un plato de origen eslavo que los tártaros de origen ruso llevaron a Alemania. Consiste en carne picada cruda aderezada con numerosas especias. Los emigrantes alemanes, a finales del siglo XIX, embarcaron en el puerto de Hamburgo hacia el Nuevo Mundo en busca de oportunidades. En su nuevo hogar, la receta cambió al cocinarse la carne picada por obra y gracia de un chef llamado Louis Lassen, de Connecticut, Estados Unidos, que en 1895 elaboró la primera hamburguesa tal y como ahora la conocemos en todo el mundo. Mundo que mayoritariamente ignora el steak tartar, que sí es de donde dice ser.

El arroz a la cubana no se conoce en Cuba

En Cuba, ni se conoce ni se le espera. Cierto es que el arroz es un alimento básico en la isla caribeña, pero lo que conocemos y disfrutamos como arroz a la cubana, en el que se combina este cereal con huevo frito, tomate y plátano, no se ve en ningún hogar. Puede que el arroz blanco, parte esencial de la alimentación más popular, se sirva para acompañar la carne o los frijoles. Puede que también se le añada huevo en cualquiera de sus formas. Incluso plátano. Pero lo de la salsa de tomate, casi que no. Parece ser que los emigrantes españoles en Cuba que regresaron a España, en especial a Canarias, después de la Guerra de Independencia, hicieron popular la receta añadiéndole salsa de tomate y llamándole arroz a la cubana. Su éxito sin duda se debe a la sabia combinación de sabores dulces y salados.

2025-03-15T15:08:26+01:00
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