Pese a que a ciertas personas les guste la playa por el sol o la arena, la gran mayoría también buscan poder darse un chapuzón en el mar para poder sobrellevar mejor los calurosos días de verano. Y esto es una realidad, no hay mejor forma de hacer frente al calor que con un baño en el agua del mar o la piscina.
Pero pasar una cantidad de tiempo prolongada sumergido en el agua puede acarrear varios efectos secundarios en el cuerpo humano, que oscilan entre cambios temporales en la piel y otros más serios para la salud. Cada uno de estos síntomas pueden darse según factores como la temperatura del agua, la duración de la inmersión e incluso la salud de la propia persona.
Efectos de un sumergimiento prolongado
Como se ha mencionado previamente, permanecer bajo el agua durante un periodo de tiempo elevado puede crear diversos problemas en el cuerpo humano, dependiendo de ciertos factores del agua y la propia persona.
Cambios en la piel
El primero de los efectos que sufre la piel tras pasar mucho tiempo bajo el agua es la arrugación de la piel, sobre todo de las extremidades. En las manos y los pies, la piel absorbe un poco de agua y se hincha, lo que provoca que la capa exterior de la epidermis se expanda y arrugue. Esto, por lo general, no supone un riesgo para la salud, ya que tras secarse ambas partes del cuerpo vuelven a la normalidad.
En caso de pasar mucho más tiempo sumergido, la piel puede macerarse, es decir, que se vuelve blanda y frágil y puede facilitar la posibilidad de cortarse e infectarse. Este problema es más peligroso en el agua de mar que en la de la piscina, ya que en la primera puede haber contacto con animales o diferentes objetos sin llegar a sentirlos.
Pérdida de calor corporal
Bajo el agua, el cuerpo humano desprende el calor más rápido que al aire libre. Incluso en agua templada, la pérdida más veloz del calor corporal puede llegar a causar hipotermia y, en consecuencia, escalofríos, confusión, somnolencia y, en casos extremos, pérdida de conciencia y muerte.
Cambios en el sistema circulatorio
El sistema circulatorio también se ve afectado durante un sumergimiento prolongado debido a la presión del agua. Esta puede alterar el retorno venoso del corazón y aumentar el volumen de sangre en el mismo. Pese a que es bien sabido que a corto plazo esto puede mejorar la circulación y aumentar el gasto cardíaco, hacerlo de forma extensa, esta presión puede llevar a una sobrecarga en el sistema cardiovascular.
Problemas respiratorios
La misma presión del agua también puede complicar la respiración y afectar a la capacidad pulmonar. Las personas con enfermedades pulmonares crónicas, como el asma, pueden encontrar particularmente difícil respirar bajo estas condiciones.
Efectos renales y urinarios
En una inmersión prolongada en agua fría, el cuerpo humano puede sufrir una diuresis, es decir, un aumento en la producción de orina. Esto se crea debido a la redistribución del flujo sanguíneo, que envía más sangre a los riñones y, en consecuencia, eleva la producción de orina. Pese a que no pueda parecer algo grave, esto fomenta la deshidratación por la cantidad de líquido perdido.
Problemas auditivos
El 'oído de nadador' u otitis externa es uno de los efectos secundarios más comunes que se generan por pasar mucho tiempo bajo el agua. Esta condición, sumamente dolorosa y que puede requerir tratamiento médico, se genera por la acumulación de agua en los oídos y su posterior infección.
Impacto en el sistema inmunológico
En aguas a baja temperatura, también se puede ver afectado el sistema inmunológico, ya sea mediante una hipotermia leve o el estrés físico de mantener la temperatura corporal.
Problemas musculares y articulares
Finalmente, pasar mucho tiempo bajo el agua puede acarrear fatiga muscular y dolor articular. Esto ocurre a través de calambres y rigidez muscular una vez la persona sale del agua y vuelve a caminar.