Cuando Xabi Urrutia llegó a Etxabakoitz como trabajador de los Servicios Sociales de Base del Ayuntamiento, el movimiento vecinal del barrio estaba de capa caída: "Mi función por un lado era la intervención familiar, pero también promover el desarrollo comunitario. Contacté con lo que quedaba vivo de las dos asociaciones del barrio y nos pusimos a currar".
Entonces plantearon una experiencia piloto, algo en un periodo corto de tiempo que les permitiera sacar conclusiones "y ver si continuábamos o no". Era el año 2001 y acababan de nacer las nada cortas en el tiempo colonias de verano, impulsadas por Etxabakoitz Bizirik. "Al principio no sabía nadie qué era aquello de colonias", recuerda. Pero se implicaron los Servicios Sociales de Base, la parroquia y Secretariado Gitano, "y la respuesta fue muy buena. Si no recuerdo mal, tuvimos 31 chavales", dice.
Integrantes de las primeras colonias de verano en el barrio, en 2001. FOTO: cedida
Fiesta de disfraces en las colonias de 2001. FOTO: cedida
Como aquello funcionó, pensaron que lo lógico era darle continuidad durante el curso. Ludoteca de invierno, clases de refuerzo escolar, un gazteleku... "arrancamos así, y hasta día de hoy", cuenta sobre la iniciativa comunitaria. "Etxabakoitz Bizirik, con el respaldo de la gente del barrio, organiza actividades socioeducativas para los niños y niñas, impulsadas por monitores del barrio formados en la asociación", resume el "abuelo" de los monitores.
Con los años Etxabakoitz Bizirik "comenzó a andar por si sola", siempre con "el pilar básico de potenciar la participación vecinal de los más txikis del barrio". Se multiplicó el número de pequeños en las actividades de verano, hasta superar los 70. "No son muchos en comparación con otros barrios, pero es que Etxabakoitz es el más pequeño de Iruña en cuanto a población, con el 2,5%", explica Xabi. Este verano son 60 chavales y 15 monitoras, una edición "acotada" por la pandemia. "Hemos hecho 4 grupos burbuja divididos por edades, cada grupo de 12
chavales y 3 monitoras".
El primer día de las colonias de 2013. FOTO: cedida
Un punto de encuentro
Lo que no ha cambiado son los objetivos de Etxakaboitz Bizirik: "Ser un punto de encuentro para la chavalería del barrio. Y no perder el contacto con ellos", dice en referencia a Coworkids, el programa de infancia y adolescencia del Consistorio que sustituye a los 8 equipos preventivos de los barrios, entre ellos el del Etxabakoitz.
Por primera vez no tienen apoyo municipal para sus actividades de verano. "Con todos los medios a su alcance, Coworkids ha echado la persiana en el barrio y si te he visto no me acuerdo hasta el otoño", lamenta Xabi. "La principal diferencia es que nosotros hacemos un acompañamiento de vida, estamos en sus procesos vitales. Porque tu vecina es tu referente educativa, amiga, etc... Y durante el curso Coworkids hace una oferta de consumo; dos horas de talleres de lunes a jueves y se acabó".
Urrutia destaca que "esos txikis que empezaron en las colonias de 2001 hoy tienen hijos e hijas que también vienen. Y algunas están implicadas como monitoras. La idea es crear un circuito socio-comunitario que se retroalimente. Lo que ellas han vivido de txikis lo hacen de manera solidaria con los txikis de su barrio, que son sus primos, sus hermanos y sus vecinos".
Curso de formación de monitorado en 2010 en Lekarotz. FOTO: cedida
Este curso, por ejemplo, cuentan con un grupo de premonitoras que se estrenan con 14 años. "Ya tienen que decidir en qué lado de la barrera se ponen, si como niña o asumiendo responsabilidades. Es una parte de su formación humana y personal", recalca.
Por último, las colonias de verano apuntan a "uno de los derechos básicos de la infancia, el derecho a la diversión y a pasárselo bien. Con cuatro cosas gozan y hacen cuadrilla. Niño más agua, igual a éxito", dice Urrutia. Como la manguerada de la semana pasada.
La manguerada del miércoles de la semana pasada, en el patio del colegio. FOTO: IBAN AGUINAGA
Talleres, gimkanas, juegos colaborativos y visitas a la piscina conforman las actividades de las colonias para potenciar la vida del barrio. Porque Etxabakoitz "entre otras carencias, tiene un colegio que está muerto, con 20 niños en todo el ciclo de Primaria. Los niños están escolarizados fuera y no hay cuadrillas de clase, ni de equipo o de extraescolares. Por eso somos un punto de encuentro entre los chavales del barrio. Ahora no existe otro".