Una larguísima ovación, con todo el público en pie, ejemplificó ayer la admiración despertada por Carlos Saura. El cineasta oscense, fallecido solo un día antes de recoger el Goya de Honor, protagonizó el arranque más emotivo jamás vivido en una gala de los premios del cine español. “Carlos, sé que me estás viendo, no sé donde”, afirmó su viuda Eulalia Ramón, frente a un público que contenía las lágrimas, antes de leer la nota dictada días antes por el propio director. “Estaré feliz si el cine que he hecho ha sumado algo a los directores y directoras de hoy. Me veo reflejado como una estrella errante en el cosmos”, declamó Saura poco antes de su último aliento a los 91 años.
Tras lamentar que no iba a poder asistir a la gala, el cineasta expresaba su “satisfacción” por recibir el Goya de Honor. “He sido muy afortunado rodando más de 50 películas. He sido muy afortunado por tener seis hijos, una hija, una docena de nietos y una bisnieta. Me considero una persona afortunada y gracias por aquellas personas que han trabajado conmigo”, exponía Carlos Saura en el mensaje que fue leído por Eulalia Ramón, quien emulando la reivindicación de Pedro Almodóvar en los Premios Feroz dijo: “La sanidad pública se merece que la cuiden tal y como el personal sanitario nos cuida a nosotros”.
La familia de Carlos Saura agradeció, asimismo, todas las muestras de cariño recibidas en las últimas horas. “Nuestro padre se fue ayer enseñándonos que hay que vivir apasionadamente y la cultura es lo más importante que tenemos y que tenemos que potenciarla, es nuestro legado y nuestro futuro. Él ha sido un ejemplo de vida para todos nosotros, a todos los que nos dedicamos al arte”, aseveró Anna, la menor de sus hijas. Por su parte, y al margen de lo anecdótico, su hijo Antonio reivindicó el papel de las cuatro mujeres que han marcado la vida de su padre: Adela Medrano, Geraldine Chaplin, Mercedes Pérez y Eulalia Ramón.