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Europa League | Real Sociedad: Oyarzabal instaura el estado de felicidad en Donostia

Europa League
Sorloth se dispone a celebrar su gol, el tercero de la Real, con Aritz Elustondo, en presencia de Barrenetxea.
Sorloth se dispone a celebrar su gol, el tercero de la Real, con Aritz Elustondo, en presencia de Barrenetxea.

Un doblete del capitán blanquiazul clasifica a la Real para la siguiente ronda de la Europa League y le da la afición una alegría más que necesaria

Se había despertado Donostia con la desagradable noticia de la suspensión, por segundo año consecutivo, del día de Santo Tomás, una de las jornadas más especiales del año para los donostiarras. Los altos niveles de contagio han obligado a suspender una fiesta en la que los habitantes de la capital guipuzcoana llevaban esperando desde hacía casi un año. Pero tendrán que esperar otros 365 días. Las condiciones meteorológicas tampoco ayudaban a que el ánimo fuera a mejor. Hubo que esperar hasta la tarde para que llegaran las buenas noticias, y lo hicieron de la mano de la Real y, en especial de Mikel Oyarzabal, que con su victoria ante el PSV Eindhoven certificaron el pase a la siguiente ronda de la Europa League. El capitán instauró el estado de felicidad en una ciudad que vive días grises.

La Real ha echado de menos la mejor versión de su capitán. La lesión le llegó en el peor momento. Era el máximo goleador de un equipo que vivía días de vino y rosas. Luego llegó el apagón, las derrotas, las dudas. Pero el equipo blanquiazul no ha podido elegir un mejor momento para resurgir, dar otro golpe encima de la mesa, el enésimo, y recordar a los más incrédulos eso de que Aquí estoy yo. Y vaya sí lo está, clasificado para la siguiente ronda de la Europa Legue. El lunes conocerá el nombre del rival. No debe haber dudas. Para entonces, si no ocurre ningún otro contratiempo en forma de lesión, Imanol seguirá contando con Oyarzabal, con una versión mejorada, y también con Mikel Merino y David Silva, que continúan sin poder estar a las órdenes del entrenador de Orio.

De hecho, la ausencia de ambos futbolistas propició que el capitán de la Real tuviera que retrasar su posición para formar en el centro del campo junto a Zubimendi y Zubeldia. Y le costó entrar en contacto con el balón. Desde esa posición de media punta no encontraba el hueco para filtrar balones a un Isak muy fallón, todo hay que decirlo, en el día de ayer. La primera jugada clara de peligro, protagonizada por Portu por la banda derecha, no encontró rematador. El murciano buscó a Isak, pero el que estaba solo un poco más atrás era Oyarzabal, que, con las manos en la cabeza, se lamentaba que su compañero no le hubiera visto. También la grada, que tuvo que esperar un tiempo para llevarse la primera alegría de la noche. Hasta ese minuto 40, más sufrimiento que goce. El gol no llevaba y eso que Isak la tuvo muy clara. En este minuto 40, un disparo de Portu golpeó en el brazo de Mwene. Penalti. El 10 no dudó. ¿Cómo lo iba a hacer? En los momentos de máxima responsabilidad siempre aparece el capitán de la Real. Cogió el balón, lo colocó en el punto de penalti y dio lo mismo que el lanzamiento se alargara en el tiempo. Él lo tenía claro. Engañó al portero por completo. 1-0. Anoeta estalló de alegría, igual que el capitán, que sacó a relucir toda la rabia contenida en unos días un tanto complicados para su equipo. Fue a celebrar a uno de los córners y, cuando se levantó, golpeo el banderín con una mano.

El segundo momento de explosión de Anoeta llegó al poco de comenzar la segunda mitad. El siempre omnipresente Martín Zubimendi le robó la cartera a Andre Ramalho, que no es que estuviera nada fino en la salida de balón. La pelota le llegó a Oyarzabal que, solo, no falló ante Drommel. Balón a la cazuela. La afición no se acordaba ni de los contagios, ni de las vacunas, ni del día de perros vivido a causa de la lluvia, ni tampoco de que se había quedado sin Santo Tomás. En ese momento la felicidad era absoluta y el artífice, como viene sucediendo de un tiempo a esta parte, estaba siendo la Real y uno de sus buques insignias como es Mikel Oyarzabal, que no paraba de besar el escudo una y otra vez. No paraba de sonreír. Su felicidad era la de toda la parroquia blanquiazul, que seguirá viendo a su equipo pelear en la segunda competición internacional más importante a nivel de clubes.

Bronca a Zaldua

Con 2-0 a favor, llegó el momento de tomárselo con tranquilidad. La clasificación estaba en la mano. No había ninguna prisa. Y así quiso hacérselo entender a sus compañeros, aunque alguno hiciera caso omiso. Que se lo pregunten a Joseba Zaldua, que se ganó, primero, la bronca del capitán, y, a continuación, la de su entrenador Imanol, que no se lo creía. El 10 había retrasado el balón a la posición del lateral, y con los brazos le indicaba que siguiera jugando hacia atrás, pero Zaldua no lo entendió así y jugó en largo perdiendo la posesión, ante el consiguiente enfado de Oyarzabal y de Imanol Alguacil. Su actuación estaba llegando a su fin. Imanol entendió que era el momento de dar descanso a su mejor guerrero. Era el minuto 84. Anoeta se puso en pie para despedir a su capitán, a su santo y seña. Oyarzabal acababa de instaurar el estado de felicidad en Donostia.

2021-12-11T07:25:02+01:00
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