El sector del automóvil es el orgullo de la industria europea y el sector industrial ligado a la automoción es, con diferencia, el más importante de Euskadi y el que mayor peso tiene en la economía vasca, de ahí que se vea con preocupación que la escasez de componentes electrónicos esté afectando a la fabricación de coches tanto en Euskadi como en el Estado y en el continente europeo. El problema es que la falta de chips electrónicos ha puesto sobre la mesa la dependencia, casi suicida, de Europa frente a Estados Unidos y Asia, en dos elementos claves del automóvil del futuro: el software y la electrónica, por un lado, y las baterías eléctricas, por otro.
Y si a la crisis de los semiconductores o microchips –el 81% mundial se fabrica en Taiwán y Corea–, necesarios para la producción de vehículos se suma a la fuerte debilidad de los principales mercados europeos, la situación para una de los dos primeros motores de la economía vasca es muy compleja. Para empezar, la fabricación de coches en el Estado ha caído el 37,8% en mayo respecto al mismo mes de 2019. Y en el acumulado del año, el descenso es cercano al 20%.
El Estado español es el octavo mayor productor mundial de coches pero desde hace ya más de medio año la ausencia de microchips ha hecho que la mayor parte de las plantas sitas en territorio español, incluidas las vascas de Mercedes y Volkswagen, hayan tenido que parar su producción y aplicar algún ERTE por esta causa.
La falta de capacidad de fabricación de semiconductores por la alta demanda internacional está afectando no solo a las fábricas españolas de automóviles sino a las de toda Europa. Para adecuar el ritmo a la disponibilidad de los componentes, se han efectuado paros y retrasos en la cadencia de las líneas de producción de las fábricas.
La industria vasca de automoción, un sector que –sin contar las ventas de las plantas de Mercedes Vitoria que han llegado a 5.500 millones de euros y Volkswagen Navarra que puede facturar 3.400 millones– mueve en 2020, su peor año, 16.600 millones de euros, está viendo cómo la esperada recuperación estimada en al menos un 10% se puede ver truncada en buena parte por un problema, un tanto inesperado: la escasez de chips semiconductores para los cada día más abundantes componentes electrónicos de un automóvil de última generación.
Y el tema no es menor porque las plantas de Mercedes, en Gasteiz, y Volkswagen, en Iruña, han tenido que llegar a parar la producción, un hecho que afecta casi inmediatamente a sus principales proveedores vascos agrupados en el cluster Acicae, dado que las factorías trabajan just-in time.
El parón de la actividad del pasado año en el sector del automóvil por causa de las restricciones del covid hizo que los fabricantes de coches redujesen las compras de chips mientras que otros demandantes de dichos productos, desde los productores de teléfonos móviles, tablets, TV etc., con la pandemia mantuvieron su demanda. Ahora con la recuperación económica no hay chips para todos en el mercado y en el sector se teme que la escasez siga hasta junio de 2022.
Fuentes de Sernauto, la Asociación Española de Proveedores de Automoción, reconocen que "si continúa la escasez de chips y semiconductores, afectando directamente a la fabricación y venta de automóviles, esto, lógicamente, afectará al resto de la cadena de valor de la automoción, incluyendo los componentes".
Para la poderosa industria de componentes del Estado, lo que ha añadido esta problemática es aún más incertidumbre al sector del automóvil aunque indica que no pueden cuantificar los efectos: "No podemos precisar en qué medida va a afectar a los fabricantes de componentes, pues las empresas no comparten información de tipo comercial, por razones de Competencia, pero desde Sernauto, entendemos que, de continuar esta situación, indudablemente habrá un impacto en la cadena de suministro".
Por su parte, el cluster vasco de automoción Acicae señala que "ahora lo que hay en el mercado es mucha incertidumbre pero la escasez de semiconductores no afecta a todos los fabricantes por igual, ni a todos los mercados, y nuestras empresas están muy diversificadas pero sí es un problema más a añadir a una situación, la del automóvil, compleja, aunque nos preocupa aún más el fuerte alza de precios de las materias primas".
En relación a los chips, fuentes del sector recuerdan que España fabrica coches de las gamas media y baja "que son los que menos electrónica incorporan y por lo tanto menos dependencia tienen de los chips, pero sí es verdad que la progresiva introducción de ayudas ADAS a la conducción y del coche eléctrico está disparando la demanda de chips, un elemento que Europa no fabrica".
Este, según fuentes del sector, es un ejemplo de la cuestionable política de Europa relacionada con el automóvil con una apuesta ciega por un coche eléctrico y cada vez más conectado, con una dependencia crítica de América y Asia pues el software es norteamericano, los chips de Taiwan y las baterías de China.
Automóvil
-20%
Producción. La escasez de microchips en el mercado combinado con la debilidad del mercado de automoción han hecho que las fábricas de coches del Estado español produzcan este año casi un 20% menos de vehículos que en un ejercicio normal, dato que en el mes de mayo se ha agudizado hasta casi el 38%.
Duplicado
Chips. El número de microchips que lleva un automóvil se ha duplicado desde 2016 a 2019. En los próximos años, los expertos esperan ver mayor crecimiento en los sistemas de asistencia al conductor, de información y entretenimiento y en la electrificación.
600 euros
Microelectrónica. En 1998, el valor de la microelectrónica en un coche nuevo era de unos 120 euros. En el año 2018, este valor había ascendido a 500 euros y, en 2023, superará los 600 euros. Su usan en dispositivos tales como la unidad de control del airbag, el sistema de frenos, el de asistencia al aparcamiento, el control de flujo de energía en la electrónica de potencia entre la batería y el motor eléctrico del coche etc.