EHF European League: el Bidasoa irá a Lisboa con una renta de tres goles (30-27)

El Bidasoa tratará de hacer buenos tres goles de renta la semana próxima en Lisboa. Después de imponerse (30-27) al Sporting, visitará la cancha portuguesa en la vuelta de los octavos de final de la European League. Pudieron ser cuatro si hubiera sido capaz de evitar el remate de Kiko Costa, al que en un tiempo muerto su padre y entrenador, Ricardo Costa, diseñó para él. Los dos tiempos terminaron del mismo modo, con un tanto en la meta bidasotarra sobre la bocina.

El primer tiempo fue una oda al despropósito, con dos partes más o menos diferenciadas. El Bidasoa saltó a la cancha con uniforme de espesura. Hasta tal punto que para los tres minutos de juego, Jacobo Cuétara había consumido un tiempo muerto. Los movimientos del ataque eran lentos, se cometían faltas que los lisboetas trataban de aprovechar a la contra, aunque en el marcador no se traducían en claras ventajas.

El encuentro llevaba un ritmo y un camino en el que los jugadores se iban al suelo, patinaban sobre la pista en ambas áreas. Los árbitros y el delegado de la EHF, César Castillo, decidieron suspender temporalmente el encuentro por el riesgo de lesiones en los jugadores. No se había alcanzado el minuto 14 (4-6) cuando el juego se detuvo, porque la pista entrañaba peligro para la integridad de los protagonistas. Charlas por aquí, charlas por allá, y prácticamente media hora de parón. Los equipos debieron realizar un nuevo calentamiento antes de reiniciar la contienda.

En el palco se encontraban distintas autoridades políticas. Entre ellas, Bingen Zupiria, consejero de Cultura y portavoz del Gobierno Vasco, así como José Antonio Santano, alcalde de Irun. La situación inesperada en el parqué sucedió cuando existe sobre la mesa un proyecto de construcción de un nuevo pabellón multiusos que dé respuesta a las necesidades competicionales del Bidasoa y abra la puerta a otros proyectos culturales y deportivos de mayor calado. Dadas las circunstancias del partido y tal como iba la noche, dispusieron de una gran oportunidad para hablar y tratar de llegar a acuerdos.

Pasada la media hora se reanudó el encuentro. El Bidasoa mejoró sin mayores brillos y el Sporting perdió un punto de eficacia que se tradujo en una sucesión de empates. En el capítulo de despropósitos podría también incorporarse la pareja arbitral. Dos exclusiones de Dariel en el primer cuarto de hora y una interpretación sui generis de los pasivos y las acciones ofensivas desconcertó a los dos banquillos.

Los dos equipos cometieron faltas en ataque, pérdidas y desaprovecharon ocasiones para abrir brecha en el tanteo. El Bidasoa dispuso de cuatro ocasiones para ponerse por delante. Las desaprovechó todas y se fue al descanso perdiendo de un gol, porque no fue capaz de defender los últimos segundos la posición de Silva Oliveira que adelantaba a los suyos antes de pisar vestuarios.

En ellos, el Bidasoa se puso las pilas. Debía hacerlo si quería contar con opciones en la eliminatoria. Arrancó con bríos y logró un parcial (6-1) que otorgaba cuatro tantos de diferencia (17-13). Zabala, Azkue, Julen, Salinas y Matheus firmaban la tacada y con ella la reacción de una grada que apoyó como siempre. Hizo falta ese compromiso para tratar de mantener vivo al equipo que no conseguía evitar los lanzamientos exteriores de Francisco Costa, una de las estrellas del conjunto luso, máximo anotador del match, cuyos goles aminoraban diferencias. La presencia de Harbaoui bajo palos y los goles de Azkue, Rodrigo Salinas, Aginagalde, Matheus… abrieron el camino hacia la mejora.

A falta de un cuarto de hora para la conclusión, el colchón era de tres dianas (20-17). Sin duda, eran los minutos más difíciles de jugar. Las dos defensas apretaron más, pero los ataques respondieron. El Bidasoa se comportaba como le gusta a su gente y protagonizaba un partido solvente. Cada balón era un tesoro que nadie quiso perder. Los lisboetas, siempre por detrás desde la reacción local, trataron de volver sin conseguirlo. Pudieron perder por cuatro. Lo hicieron por tres. ¿Será suficiente?