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Euskadi abre nuevas vías para que los pacientes se rehabiliten tras un ictus

Hospitales vascos han probado dispositivos que permiten recuperar la movilidad en los brazos incluso a afectados severos
Andrea Sarasola, gestora de proyectos de Tecnalia, prueba con el exoesqueleto que puede ayudar a las personas que han sufrido un ictus.
Andrea Sarasola, gestora de proyectos de Tecnalia, prueba con el exoesqueleto que puede ayudar a las personas que han sufrido un ictus.

Euskadi ha desarrollado soluciones tecnológicas para la rehabilitación tras un ictus, una de las principales causas de discapacidad entre los adultos vascos. En la CAV, se producen unos 4.000 casos de ictus al año. De ellos, el 15% de los afectados fallece, y de los supervivientes, más de la mitad se recupera, pero hasta un 30% sufrirá alguna incapacidad. Por eso es tan importante idear recursos que permitan la recuperación total o parcial de estos pacientes.

Con tecnologías aplicadas al sector de la neurorrehabilitación, y de la mano de Tecnalia, el mayor centro de investigación aplicada y un referente en Europa, se diseñan neuroprótesis híbridas orientadas a que estas personas puedan recuperar la movilidad de los miembros superiores. Se trata de dispositivos que se adaptan a las necesidades de cada paciente. “Porque uno de sus valores añadidos es que sirven para los más leves pero también para pacientes crónicos y severos, es decir, que hace ya tiempo que han tenido el ictus, y que, a día de hoy, no disponen de otras terapias alternativas”, destaca Andrea Sarasola, gestora de proyectos de Tecnalia.

Desde esta firma se trabaja fundamentalmente para que los afectados puedan recuperar la función del miembro superior, es decir, brazo, muñeca y mano. “El sistema musculoesquelético de la mano es complicado y es un reto que hemos querido asumir porque en los brazos los movimientos son más finos y habilidosos. Además, una recuperación de miembro superior también ayuda a mejorar la marcha”, señala Sarasola, a sabiendas de que en Euskadi, el ictus supone el 70% de los ingresos neurológicos.

Con más de 5.000 altas hospitalarias al año por esta causa, se estima que el ictus es responsable de entre el 3 y el 6% del gasto sanitario actual en Osakidetza. En este sentido, los costes de asistencia sanitaria, incluida la rehabilitación, alcanzan los 35 millones de euros.

Segunda causa de muerte

Ante un problema sociosanitario de esta magnitud, convertido en la primera causa de mortalidad en las féminas y la segunda en general, y que provoca unos 1.400 decesos al año, Andrea Sarasola explica que las tecnologías de rehabilitación son fundamentales para dar calidad de vida a los afectados. “El paciente va a la clínica y entrena con esa tecnología en una terapia completamente personalizada. Es decir, recupera el movimiento por el entrenamiento. Es un mecanismo que le ayuda a reaprender esa tarea o esa función motora que ha perdido ”.

Entre estos dispositivos se encuentra una interfaz neuronal, es decir, una tecnología que interactúa con el sistema nervioso. “Lo que se hace es adquirir las señales eléctricas que generamos cuando intentamos hacer un movimiento a nivel cerebral, y enviamos esas señales a un ordenador, un equipo, donde tenemos una serie de algoritmos de inteligencia artificial que interpretan qué movimiento pretende hacer el paciente. Si el paciente está intentando estirar el brazo al frente y abrir la mano, pues lo que hacemos es trasladar eso al exoesqueleto. Eso se hace en tiempo real, en apenas un segundo y el paciente no percibe que pasa tiempo”, indica Saraola, gráficamente y simplicando.

Exoesqueleto

De tal forma que se traslada esa intención al movimiento real de un exoesqueleto que está atado al brazo paralizado del enfermo. “El paciente está pensando quiero estirar el brazo y alcanzar esa botella. Él lo está intentando, pero su brazo no se mueve y, sin embargo, ve cómo el exoesqueleto hace ese movimiento y coge la botella”. “Eso activa los mecanismos de neuroplasticidad. La neuroplasticidad es el motivo por el que el cerebro aprende. Cuando somos niños, el cerebro aprende todo el rato, pero después de un ictus se abre una ventana de tiempo de neuroplasticidad en el que el cerebro se vuelve un poco más plástico sobre todo en la zona próxima a la lesión. Así, esas regiones cercanas a la zona dañada por el ictus son capaces de adquirir la función de las neuronas que se han muerto. Esta tecnología activa estos mecanismos, los fomenta para que haya ese reaprendizaje y el paciente recupere esos movimientos”, precisa Sarasola.

Todo ello con el añadido de que son soluciones made in Euskadi, en colaboración con otros centros, y con el respaldo de Osakidetza. De hecho, se han realizado ensayos en el Hospital Donostia, en Cruces y se está en conversaciones con el hospital de Gorliz. “Todo el sistema vasco de salud vasco apoya estos desarrollos. Porque los equipos son siempre multidisciplinares, si no, estas tecnologías no tienen sentido. Deben ser útiles para los pacientes. Por eso hemos involucrado a agentes clínicos y a pacientes para estudiar sus necesidades”, subraya Sarasola. “Y las pruebas han generado la evidencia de que esta tecnología tiene potencial para rehabilitar y genera una recuperación significativa en gran parte de los pacientes”, concluye.

Actuar rápido

Síntomas. Reconocer los síntomas de un ictus de forma precoz para actuar rápido es clave. Así, uno de los signos más evidentes es la pérdida brusca de fuerza o parálisis en una parte del cuerpo. “Según la localización y el tamaño de la lesión, la pérdida de fuerza puede afectar a la mitad del cuerpo, o solo a un miembro”, señalan los especialistas. Entre los síntomas más comunes también hay una alteración de la sensibilidad en la misma zona en que se pierde la fuerza, la sensación de hormigueo, y la afasia, alteración del lenguaje.

Problema de gravedad

El 75% ocurre en mayores de 65

Ictus isquémico. Existen fundamentalmente dos clases de ictus aunque el más frecuente es el isquémico que se produce por una disminución importante del flujo sanguíneo que recibe el cerebro. Supone hasta el 85% del total, y su consecuencia final es el infarto cerebral, que provoca la muerte de las células cerebrales afectadas por la falta de aporte de oxígeno y nutrientes transportados por la sangre. Casi tres de cada cuatro ocurren en personas mayores de 65 años.

Ictus hemorrágico. Por otro lado, la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral origina un ictus hemorrágico. Este tipo es menos frecuente, pero su mortalidad es considerablemente mayor. Como contrapartida, los supervivientes de un ictus hemorrágico suelen presentar, a medio y largo plazo, unas secuelas menos graves.

2023-08-03T05:08:03+02:00
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