Un total de 62.000 personas han inscrito su documento en el Registro Vasco de Voluntades Anticipadas desde su creación en 2004. De ellas, más de 11.700 lo hicieron en 2024. Con una tasa de inscripciones de 27,7 por cada 1.000 habitantes, Euskadi es una de las comunidades con mayor implantación de este sistema, por detrás de Nafarroa. A nivel estatal, la media es de 11,5 por cada 1.000 habitantes.
Este aumento en la demanda del documento de voluntades anticipadas responde a una mayor concienciación social, según apunta el decano del Colegio Notarial del País Vasco, Ángel Nanclares: “La demanda de Voluntades Anticipadas ha ido creciendo en los últimos años. Se trata de un documento relativamente barato, no supera los 70 euros en la notaría, y proporciona mucha tranquilidad a las personas”.
“ La conciencia social ha cambiado con el tiempo y cada vez hay más gente que considera fundamental el documento de últimas voluntades. ”
En Euskadi, estamos sensibilizados con este tema. “Somos la segunda comunidad del Estado con más documentos de voluntades anticipadas por cada mil habitantes”, destaca Nanclares.
El decano del Colegio Notarial del País Vasco recuerda que hace 15 años este documento era poco conocido. “Muchas personas ni siquiera sabían que existía o evitaban hablar del tema. Sin embargo, con el tiempo, la conciencia social ha cambiado y cada vez más gente lo considera fundamental”.
“Hoy en día, las personas quieren asegurarse de que sus deseos se cumplan si alguna vez no pueden decidir por sí mismas. Saben si quieren o no recibir tratamientos para prolongar la vida y quién debe tomar decisiones en su lugar si fuera necesario”, apunta Nanclares.
Ángel Nanclares subraya que el documento de voluntades anticipadas es especialmente relevante para quienes no tienen familiares directos. “En estos casos, los médicos no pueden tomar decisiones por sí solos, y los sobrinos, al no ser parientes directos, tampoco tienen potestad para hacerlo. Sin un documento de voluntades anticipadas, la situación puede volverse complicada”, advierte.
“Este documento asegura que las decisiones médicas se ajusten a la voluntad de la persona cuando no pueda expresarse por sí misma”, concluye Nanclares.