La primera lectura es que Euskadi sigue necesitando de los vertederos para gestionar sus residuos y por eso amplía las capacidades de almacenamiento de tres instalaciones en Bizkaia y, además, da su visto bueno para que el de Artxanda, en Bilbao, recupere su actividad; porque nunca ha llegado a estar cerrado, solo en parada técnica. Estos cuatro puntos podrán acoger hasta 2030 la casi totalidad de los escombros que el Gobierno vasco prevé que sean generados en el conjunto de la geografía vasca. Lakua habla de unas cinco millones de toneladas y solo en Artxanda ya se plantea la cifra de 1,2 millones de toneladas a la que sumar las 2,6 de Igorre y otras 200.000, más o menos, de Bisitibieta (Lemoa) y de Betearte en Mallabia.
La otra lectura, más entre líneas, apunta a que en ese no tan lejano 2030 únicamente funcionarían en Bizkaia un par de vertederos -Zalla e Igorre- ya que el resto de instalaciones habrán sido cerradas gradualmente a lo largo de estos años, el tiempo necesario para que el medio centenar de proyectos reales de prevención y valorización de residuos de toda naturaleza (plásticos, pañales, escorias, coches, biomasa forestal, paneles solares, textiles, baterías, papel...) vayan tomando cuerpo y asumiendo esa función de recuperación y reutilización -cuando sea posible- que demanda Europa y más cerca, la propia ciudadanía.
Las estimaciones que baraja la Administración es que esas órdenes de ampliación para las instalaciones ya en activo no se dilaten en el tiempo. Algo más complicado será el caso del vertedero de Artxanda ya que, de entrada, este proyecto obligará a solicitar una nueva Autorización Ambiental Integrada (AAI), paso previo a cualquier actividad de estas características. No obstante, tal y como acertaban a decir ayer miércoles los vecinos de este punto elevado de la villa, los trabajos en la zona han empezado hace meses. Se trata al parecer de sondeos en profundidad, a unos quince o veinticinco metros bajo el suelo, con el fin de determinar la presencia o no en ese lugar exacto de sustancias contaminantes y peligrosas para la salud como el lindano.
Hace apenas medio año “retiraron dieciséis toneladas de lindano en superficie”, admitía con preocupación Jose Mari Larrañaga, residente en la zona e integrante de la plataforma civil conformada Ekologistak Martxan y por grupos vecinales de la villa y de la cercana localidad de Sondika, hacia donde también se asoma este antiguo depósito. Sospechaban que algo había de por medio -denuncian no haber sido consultados- cuando ya a comienzos de año empezaron las visitas de trabajo a este lugar. “Indicios sí teníamos, pero es que es una zona muy cercana a donde en 1983 se clausuró el vertedero de Bilbao, donde se llevaban todos los residuos. En ese vertedero viejo todo el mundo determina que hay lindano, y en algunas zonas coincide el vertedero que se quiere abrir con el viejo”, enfatizaba en declaraciones a DEIA.
El propio Larrañaga reconoce que tanto Gobierno vasco como Ayuntamiento de Bilbao les han indicado que “lo primero que tiene que hacer la empresa Bidezain es limpiar el viejo”, zanjaba no tranquilo del todo. Y es que, según explicaba, uno de los proyectos estrella para la revitalización, recuperación y regeneración de la villa podría estar en peligro. Artxanda, el pulmón verde de la villa, con su futuro parque del Encuentro, el lago, los espacios para el ocio, las sendas para caminantes… “Nada de eso tiene concordancia” con la decisión adoptada ayer por el Ejecutivo vasco, insistía este vecino. “Es que es incongruente que intenten dar un parque a Artxanda para el disfrute y que pongan un vertedero”, resumía enfadado al tiempo que daba unas notas de color: desde la estación del funicular y la ermita de San Roque hasta el vertedero habrá unos dos kilómetros; y desde el último tramo del vial peatonal entre Santo Domingo y Camino Berriz al vertedero “unos cincuenta metros”, calculaba.
Desde el Gobierno vasco confirman que, efectivamente, en esa vieja escombrera de Artxanda hay material peligroso. Está además en un lugar sin impermeabilizar, según apuntaban algunas fuentes, lo que obligará a acometer un proyecto de envergadura antes de poder empezar a recibir escombros: tierras y áridos procedentes de obras. “Se extremará el control de su actividad”, aportó la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente. En palabras de Arantxa Tapia, con esta actuación para recuperar el antiguo depósito de Artxanda “se responde a la necesidad de restauración de un vertedero antiguo, reacondicionando de manera segura residuos dispersados actualmente en el entorno”.
Nadie en Lakua se atreve a poner fecha para que este vertedero recupere su actividad, pero si la hoja de ruta marcada por el Gobierno vasco apunta a la fecha de 2024 como punto de inflexión para el nuevo modelo vasco de gestión de residuos, esta infraestructura debería estar funcionando para ese curso. Y lo haría, eso sí, hasta 2030 después de haber cumplido un nuevo ciclo.
El horizonte
54
Desde el Gobierno vasco se confía en 54 proyectos de apoyo a inversiones para la reducción de vertido de 22 residuos, en los que están implicadas 36 empresas, que suponen una inversión privada y pública de 392 millones de euros antes de 2026, así como la generación de 412 nuevos empleos. Además, se prevé que se se dejarán de verter 10 millones de toneladas de residuos entre los años 2022 y 2030.