Las IX Jornadas Financieras Deusto Business School se han centrado este año en las oportunidades que abren los fondos Next Generation de la Unión Europea. El reto es la transformación de la economía y los recursos son enormes. Si bien Antonio Garamendi considera que hay que afinar el tiro y, sobre todo, dar respuesta a los problemas que vuelven a ser una amenaza para el crecimiento. Sin cerrar el capítulo de covid, asoma una guerra a las puertas de Europa.
Adegi decía hace unos días de que la economía está ante el "desafío de la década", crisis financiera, covid, invasión de Ucrania..., de desafío en desafío.
-Efectivamente, estamos en un momento muy complicado. Estábamos saliendo de la crisis financiera, entra el covid -¡son ya dos años!- y ahora es brutal, totalmente condenable la invasión de Ucrania. Rusia va en contra de la libertad, en contra de la democracia, del orden mundial. Soy vicepresidente de los empresarios europeos y nos pusimos del lado de la Comisión Europea. Y la CEOE también ha dado su apoyo explícito al Gobierno español para que tomen las medidas que haya que tomar.
Una invasión con consecuencias económicas impredecibles.
-La situación ya estaba larvada como consecuencia del covid, con una escalada de la inflación y de los precios de la energía. A finales de diciembre, la inflación era del 6,5%. El efecto de la guerra añade todavía más gravedad, pero ya teníamos una situación que había que gestionar. La guerra ha disparado el problema de forma exponencial. Está el tema de la energía, la dependencia de Europa del gas . Es verdad que España tiene controlado el tema del gas con Argelia, bueno, a ver qué pasa ahora [en relación al giro de España en torno al Sáhara], pero parece que sí. Tenemos siete plantas regasificadoras, somos los únicos que las tenemos y significa que el gas licuado de los metaneros pueden llegar. Desde el punto de vista de suministro, a nivel del Estado, no hay ningún problema, pero eso no significa que no haya un problema de precio y lo estamos notando.
Con costes inasumibles para las empresas y los hogares.
-Ahí, efectivamente, el mercado eléctrico, hay que aclararlo, el mercado europeo es un mercado marginal. Y al ser el gas la última energía que entra en el sistema, nos encontramos con un precio de la energía elevadísimo para la industria y los hogares. Ahí hay un primer problema que hay que resolver y hay que ver cómo Europa desacopla de forma coyuntural el gas del recibo de luz para que la industria pueda sobrevivir.
¿Está en riesgo la industria si no se actúa ya?
-Hay un dato muy importante. En este país se habla de los objetivos 20-30, pero también están los objetivos 20-20-20. Que, entre otras cuestiones, implican que el 20 del PIB de un país tiene que ser industrial. En este país, con la energía, el PIB industrial es un 16,5% y sin la energía, un 11,5%. En los territorios donde la industria es el 20% o superior, el paro es menor y la calidad del empleo es mejor. Ejemplos muy cercanos. Navarra el 29% de PIB industrial el paro antes del covid era menos del 9%. Euskadi, con el 24,5% de PIB industrial, el paro no llegaba al 10%. Son además empleos indefinidos, empleos estables y tractores. Me hablaba antes de Adegi. Es un ejemplo para todos la pyme industrial de Gipuzkoa, empresas modernas... Lo mismo que en Bizkaia, Araba o Navarra.
¿Hay que actuar ya para evitar males mayores?
-Se han ido añadiendo elementos a resolver y hay un tema, todo lo que son los hidrocarburos, el transporte, el campo, el efecto Rusia es un problema. Por dar datos, aparte del tema del gas, la arcilla para hacer la cerámica el 80% venía de Ucrania, pero para el automóvil, el 80% de los cables venía de Ucrania. O concretamente de Rusia, los abonos, los cereales, los fertilizantes. Hay materiales nobles para todo tipo de industrias, va a afectar y complica mucho las cosas. Lo que significa que es muy importante tomar medidas adecuadas para sectores que son los que crean país. Hay que echarles una mano.
¿En una situación como la actual una estructura económica industrializada protege más?
-Infinitamente más. La clave de que el país funcione es la industria. Es fundamental. La ventaja de Euskadi es que tenemos una vocación industrial, al igual que en Navarra, es una ventaja frente a otros lugares de España. Hay que seguir potenciándolo y es por eso por lo que hay que tener mucho cuidado con la huelga del transporte. Nosotros estamos con los transportistas, de hecho están en la CEOE, y queremos que se atiendan sus demandas de una bajada de impuestos en los carburantes. Pero hay que tener mucho cuidado, que no se utilicen piquetes, violencia, porque están haciendo mucho daño a la industria. Si un horno para, esa fábrica tiene un problema durante un año. Se está haciendo mucho daño a la logística, a los puertos, a los suministros. A su pregunta, la industria es clave, hay que seguir potenciándola. Hay que tener mucho cuidado. No queramos arreglar un problema y creemos otros problemas alrededor.
Los problemas ya están ahí.
-Estábamos en el buen camino. El de una industria digital y sostenible. Una industria que puede permitir aprovechar mejor los fondos Next. La industria está más avanzada para mejorar la sostenibilidad y digitalización que otros sectores. La consejera vasca de Desarollo Económico, Arantxa Tapia, lo dice con toda la razón: Hay que intentar hacer paquetes casi a medida, porque sería una pena que empresas que están ya muy avanzados en la digitalización no puedan aprovechar los recursos para dar un salto más y ser líderes. Son 3.000 millones de euros y hay que aprovecharlos al máximo.
Los problemas de suministro ya son evidentes, ¿se ha tardado demasiado en buscar una solución?
-Decimos desde hace tiempo que había que tomar una serie de medidas con respecto al campo o al transporte o concretamente a la industria. ¿Qué igual no se pueden tomar todas? Posiblemente. Hay temas, como la desafección del gas al mercado eléctrico, que es verdad que hay que contar con el visto bueno de la Unión Europea. Pero eso no quita para que la bajada de impuestos se pudiera hacer, se podría haber hecho antes.
¿Qué le responde la vicepresidenta Nadia Calviño cuando le comenta estas cuestiones?
-Se lo he dicho y se lo seguiré diciendo. Hay medidas que se tienen que tomar ya, porque es la gente está muy desesperada y hay gente con muchos problemas hay que intentar resolverlos.
¿Y qué le responde?
-En cuestiones como el campo hemos planteado hace meses medidas. La realidad es que se han demorado. Hay que escuchar a los sectores y ver cómo se puede resolver los problemas.
¿Puede complicar la invasión de Ucrania el normal desarrollo de los fondos Next?
-Europa, en principio plantea que son temas independientes. Es una oportunidad que está ahí y que no podemos dejar pasar. Las oportunidades pasan como no se hagan las cosas bien y hay temas que puede mejorar y que tenemos que intentar mejorar. Esto no son críticas no son planteamientos de mejora. E insisto, en referencia al País Vasco y Navarra, hay numerosos proyectos que están diseñados en genérico. Y es diferente la realidad económica vasca o navarra de la de Catalunya la de Madrid o de la Andalucía. Lo lógico es que las comunidades autónomas pudieran implementar con puntos de mejora los proyectos. Además, es muy importante que haya más colaboración entre las entidades públicas y las empresas. No hablo de transparencia, que la hay, sino de colaboración.
En relación a los precios, se está negociando el acuerdo base para la subida de sueldos intersectorial. ¿Cómo afecta a las negociaciones un IPC superior al 7%?
-Hay una cosa clara. Es un IPC de costes, pero es verdad que las empresas no pueden trasladar esa inflación a sus ventas, a sus clientes. Hay que tener mucho cuidado y no los están avisando todos los organismos que realizan predicciones económicas. Estamos en un momento de inflación pero se supone que va qué va a reducirse. Si se traslada a los salarios tendremos una inflación estructural. Y tendremos un problema grave. Si no hay crecimiento con una inflación alta. eso eso no lo arreglan los ertes. Eso es más paro y sería un problema muy grave. Es un momento donde tenemos que ser muy, muy responsables en lo que es la contención de los salarios. Nosotros ahí estamos. A ver si somos capaces de llegar a un acuerdo. Pero las empresas, aparte de la guerra Ucrania, vienen del covid. Las empresas, especialmente las pyme, no tienen problema de liquidez, tienen un problema de solvencia. Lo que significa que están ahogadas. Si las empresas no pueden vender entrarían en pérdidas. Habría descuelgues de convenios y cierres de empresas.
Se está hablando de tomar como referencia la inflación subyacente, ¿puede ser una solución?
-Bueno, sí. Lo que pasa es que cuando estamos en las negociaciones no me gustar hablar de estos aspectos. La mejor manera llegar a acuerdos es trabajar con cierta discreción. Esperamos llegar a acuerdos.
Parece en cualquier caso que el principal obstáculo son las garantías salariales.
-Siempre hemos dicho que es un error ligar los salarios a la inflación. Y se ha demostrado que es un error cuando se ha hecho, porque la empresa no funciona si sube los precios en función de la inflación. Y ahí sí me gustaría hablar de lo que ha significado la subida del salario mínimo. Los contratos de la administración pública no están indexados a la subida del SMI.
El escenario es complejo, pero sindicatos y patronal han sido capaces de llegar a un gran acuerdo, como es la reforma laboral. Está dando frutos en cuanto a la creación de empleo indefinido, ¿qué más podemos esperar de ella?
-Estamos en una situación muy complicada, con una situación económica muy adversa, y de la reforma laboral habrá que hablar en el tiempo. La reforma, para empezar, es un gran acuerdo porque da paz social y confianza. Confianza dentro de casa y fuera. Los inversores extranjeros preguntaban permanentemente qué pasaba con la reforma laboral. Más que con los fondos, porque un inversor, también con la deuda pública, quiere seguridad jurídica, estabilidad regulatoria y calidad en la norma. Es un gran acuerdo y, segundo, es fundamental porque está pactado con los sindicatos. Es un acuerdo social que nos da en el tiempo una estabilidad y que va a mejorar las relaciones laborales. Además Europa pedía una mejora con respecto a la temporalidad y se han buscado fórmulas para reducir esa temporalidad y eso se va a ir viendo en el tiempo.
¿Puede frenar su desarrollo que ELA y LAB, dos sindicatos con el peso que tienen en la economía vasca y navarra, sean críticos con la reforma?
-Sería una tristeza que una norma que todo el mundo valora como buena. Que la Unión Europea respalda, porque hablamos de los fondos, pero la clave de los fondos fue que se aprobara una reforma laboral. Y cuando Europa dice que el acuerdo es razonable, cuando te lo dicen las empresas, cuando los sindicatos con los que trato te lo están diciendo, ir en la dirección contraria es legítimo, pero es un error.