EL pasado fin de semana, el sector crítico de Eusko Alkartasuna –liderado por Maiorga Ramírez y con el respaldo de Carlos Garaikoetxea y Manuel Ibarrondo, entre otros– denunció "marginación" de EA en el seno de EH Bildu y reiteró la petición de celebrar un congreso del partido "sin afán rupturista", pero con el fin de recuperar la idea original de la coalición soberanista frente a la "vocación fagocitadora" de Sortu.
Aunque estos críticos, de entrada, no caminan en la senda de la escisión ni esta opción parece tener cabida en su horizonte próximo, EA ya tuvo que sufrir en sus propias carnes el desgarro de una buena parte de su militancia en Gipuzkoa y lo cierto es que Eusko Alkartasuna se ha visto históricamente marcada por la necesidad de definir, y la dificultad de concretar, el papel a jugar y el espacio a ocupar por el partido en el nacionalismo vasco.