Ante los episodios de acoso y agresiones contra agentes de la Ertzaintza que se han producido este verano en Euskadi, en el contexto de las fiestas de los distintos municipios tras dos años en el dique seco a causa de la pandemia, el sindicato Euspel los enmarca en un contexto de delincuencia e inseguridad a su juicio creciente. Por este motivo, reclama que los agentes dispongan de mayores medios para poder hacer frente a esta situación, así como un apoyo más decidido por parte de las instituciones.
En declaraciones a este medio, el presidente de Euspel, Txutxi Castelo, achacó las “amenazas e insultos que está sufriendo estos días” el colectivo de la Ertzaintza a la “intolerancia de una minoría totalitaria fuera de lugar y extemporánea”. Unas acciones que, según él, “no son puntuales” sino “el reflejo de lo que está sufriendo la ciudadanía vasca en general”. Además, cada vez “se vuelve mas complejo y arduo atajar esta problemática”, añadió.
Realizó por ello un triple llamamiento y afirmó que “si nuestro Departamento de Seguridad no defiende nuestras actuaciones de una manera clara y contundente; si los políticos no llaman a estas cosas por su nombre y no se comprometen claramente a denunciar con decisión estas y otras agresiones; y si la judicatura no sentencia con rotundidad, firmeza y ejemplaridad estos actos sectarios y totalitarios, las personas que pertenecemos al colectivo de la Ertzaintza nos veremos mermadas a la hora de defender el resto de agresiones de todo tipo que sufre la sociedad”.
Comprometido
Desde que arrancó la temporada de fiestas, una agente de la Ertzaintza sufrió la exclusión de parte del programa de las celebraciones en su localidad, Mutriku, por su profesión. Además, a finales de julio un ertzaina fuera de servicio fue agredido en la calle Cuchillería de Gasteiz al grito de “zipaio, ¿qué haces en esta calle?”.
Otro episodio que mereció la condena del consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, y del lehendakari, Iñigo Urkullu, fue el acoso sufrido por Mikel Iturgaiz, hijo del presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, en fiestas de Romo. “Basura del PP”, le dijo un grupo de incontrolados, y una amiga recibió un tortazo en la cara. En la propia Romo y otros espacios festivos han aparecido carteles de rechazo a la Policía vasca.
En las elecciones de la Ertzaintza del pasado febrero, el sindicato Euspel protagonizó un crecimiento exponencial y escaló hasta la tercera posición, por detrás de ErNE y ESAN. Su cara visible, Txutxi Castelo, defiende que “los trabajadores de la Ertzaintza no tenemos ningún problema con la sociedad sino todo lo contrario; somos un colectivo comprometido con el servicio público de seguridad y altamente valorado por la ciudadanía vasca”.
Califica por ello de “lamentable que estos maltratadores persigan, amenacen, insulten y agredan a sus propios vecinos, familiares y conocidos, todos ellos y ellas ertzainas, y luego les reclamen cuando necesitan ayuda”. Como consecuencia, y a preguntas de DEIA, pidió a Seguridad que “nos dote de unos medios y protocolos creíbles y eficaces para defender el aumento exponencial de agresividad” en la sociedad. Una reclamación que “llevamos haciendo desde hace años”, enfatizó.
Castelo insistió en que, toda vez que “las agresiones a las personas pertenecientes a este colectivo cada vez son mayores y más numerosas”, resulta “prioritario reforzar” a la Policía vasca. Censuró por último los “complejos” de la clase política a la hora de condenar estas acciones, ya que “a estos agresores no se les puede llamar chavales, chicos, jóvenes ni nada por el estilo. Hay que empezar a etiquetarles como lo que son, unos fascistas con actitudes totalitarias”, concluyó.