Hace pocos días se presentó en Madrid con la idea de ofrecer a los lectores un acercamiento nunca realizado a la figura de Evaristo Páramos, cantante y letrista de los alaveses La Polla Records, Gatillazo y Tropa do Carallo. Sus canciones, entrevistas y reflexiones le sirven a al escritor y profesor de Lengua y Literatura Diego Vadillo López para dar forma y fondo a Evaristo Páramos. Semblanza de un juglar libertario y conceptuoso (Vencejo Ediciones), un ensayo con el que el propio autor visitará Gasteiz el próximo 28 de enero. En concreto, el encuentro con el público se producirá en la sede de la asociación cultural Orbain a las 19.00 horas.
¿Qué es lo que se va a encontrar la gente que se asome al libro?
–Creo que va a ser un libro muy sorpresivo. Igual la gente espera algo más relacionado con la música, con la corriente punk y el mundillo artístico. Pero no es una biografía de músico al uso. Esto es otra cosa. Estamos ante un ensayo de corte más académico en el que lo que hago, toda vez que me interesa mucho el personaje además desde la adolescencia, es analizar sus letras y sus declaraciones públicas, todas muy filosas y afinadas. Estudiando todo ese conglomerado discursivo he podido ver cómo está conectado con toda la teoría libertaria que yo he leído en Kropotkin, Malatesta y otros clásicos del anarquismo. La Polla Records era un grupo punk y estaba circunscrito a ese ideario pero, curiosamente, Evaristo tiene un gran condensación referencial en sus letras.
¿En qué sentido?
–Dice por una vía más escueta cosas que ya habían escrito clásicos del pensamiento anarquista. Lo que demuestro en el libro es que la sensibilidad de Evaristo tanto en su dimensión cancioneril como en su discurso público está en conexión con todo ese bagaje teórico que está de fondo. Evaristo es un genio autodidacta, un tipo informado, presumo que leído y, como es obvio, muy reflexivo.
¿Le conoce personalmente?
–No, más allá de un pequeño encuentro aquí en Madrid en un concierto reciente, en el que pude decirle que había escrito un libro sobre él. Sé que le llegó un ejemplar porque se puso en contacto con la editorial para decir que le había gustado y sorprendido.
¿Cómo están siendo las primeras reacciones de los lectores?
–Pues una cosa que está sorprendiendo es que Evaristo es un teórico que sostiene muy bien un análisis académico. Tiene mucha densidad su fondo discursivo. Otra cosa muy interesante es que estética y estilísticamente, es un tipo al que yo aludo como conceptuoso. Tiene un discurso en el que juega mucho con las palabras, los términos, las expresiones... pero no solo en las canciones, sino también en sus declaraciones públicas. Juega mucho con el lenguaje y es algo muy curioso de analizar y estudiar.
Lo que pasa es que es un punkarra que usa mucho la ironía y la acidez, y eso suele traducirse en que algunos no le toman en serio.
–Sí y es una pena porque es un tipo que dice muchas cosas con mucha sustancia. Para mí es el personaje más interesante que puede haber ahora mismo en este país a tenor de lo que encarna y lo que dice. No olvidemos que estamos hablando de alguien que ha escrito un cancionero bastante amplio que ha sobrepasado las décadas y que se ha instaurado en el imaginario colectivo. Vamos a reflexionar sobre quién es y qué ha hecho Evaristo. Estamos hablando de alguien que es un genio autodidacta.
Que existan canciones que 40 años después sigan pareciendo actuales tampoco es que hable muy bien de la sociedad...
–Sin lugar a dudas. Él digamos que encarna ese genio vivo que se ha formado de manera autodidacta y que nos ha puesto sobre aviso de la farsa que nos rodea. Y lo ha hecho de una manera como pocos. Por supuesto que hay muchos grupos dentro del rock radikal vasco que molan como Cicatriz o Eskorbuto, pero ninguna banda tiene la enjundia discursiva que tienen las canciones de La Polla Records de la mano de Evaristo.
Cualquier persona tiene sus contradicciones. En lo que ha analizado, ¿él también?
–Efectivamente, vivimos en este mundo y todos tenemos renuncias, pero vamos, a mí me parece que es un personaje que se ha sostenido bastante bien con el paso del tiempo. Como él dice, hay muchos punkis de catecismo y las cosas tampoco son así. La realidad es mutable y todos cambiamos con el paso del tiempo. Tampoco es un tipo que haya renegado del ideario con el que empezó. Más o menos, el discurso sigue siendo el mismo.
¿Por qué fijarse en Evaristo Páramos para este libro?
–Es que ahora mismo no veo una gran poesía, una gran narrativa... sino cosas muy comerciales, muy mainstream como se suele decir. Así que me gusta sacar a relucir lo que creo que merece la pena. Para mí Evaristo es uno de los personajes más interesantes que hay en la contemporaneidad y creo que tiene una obra con un peso específico interesante.
Bucear entre tantas letras y declaraciones ha tenido que ser una locura.
–Pero un placer también. Es lo que pasa cuando te gusta el producto (risas). Por ejemplo, también le comparo con Kutxi Romero, que es otro gran letrista. Pero a Kutxi le sitúo más en un culteranismo porque a veces sus canciones son un aglomerado de metáforas, muy visionarias. Evaristo es más esa afinada ironía, ese juego de palabras conceptual. Lo que ocurre con los dos es que están en el mundo underground y aunque son personajes muy interesantes, parece que cuesta que se les valore.
¿Qué espera de la reacción del público?
–Que aprecie lo que yo he podido apreciar, cómo ahí hay un cancionero muy interesante, con mucho valor literario y con mucho trasfondo discursivo. El público latinoamericano lo valora en la medida que lo merece, mucho más que en España. Me gustaría que viese que Evaristo Páramos es un personaje que debería quedar como lo va a hacer, por ejemplo, Joaquín Sabina.
Por cierto, ¿qué ha aprendido usted con este libro?
–En la recopilación de entrevistas, me gustaba que en todas tenía ese apotegma genial, ese dicho sentencioso fascinador, esa ironía y ese peso ideológico y crítico. Me quedo con eso, con el placer de rastrear todo eso. Y luego leer sus libros, incluso aquel que publicó en Txalaparta (Por los hijos lo que sea), que él decía que no le gustaba, pero que a mí me parece una obra de tipo vanguardista genial.
Tal vez mucha gente no se ha dado cuenta de la importancia de Páramos hasta que miles y miles de personas han llenado los conciertos de despedida de La Polla.
–Hoy en día Evaristo ha trascendido y La Polla está en el imaginario colectivo. Te diría que incluso ya gusta porque es parte de la historia del país. Creo que es una persona valorada en la medida en que lo merece. Yo, modestamente, lo que intento con este libro es fijar al personaje ya de una manera... desde la Academia, por así decirlo. Es una pica en Flandes que era necesaria.