Había ganas de carnaval, hambre de juerga, de socializar, de olvidar la pandemia y volver a disfrutar como antes. Era tal el hambre de carnaval que había en Elizondo que hasta el invierno quiso participar, disfrazándose de primavera, luciendo un sol espectacular que incluso calentaba, por momentos, casi como en verano.
Después de dos años sin carnavales y sin fiestas, tras dos años grises, el colorido se apoderó de las calles de Elizondo, en una explosión de alegría contenida, de ganas de festejar, de estar con la cuadrilla, con los vecinos y las vecinas del pueblo, en definitiva, pasarlo bien, como antes de la pandemia.
Desde muy temprano, los y las elizondarras empezaron a salir a la calle, de uno en uno. Amantes del carnaval de todas las edades se iban juntando aquí y allá en torno a las carrozas preparadas, ultimando los flecos pendientes y disponiéndose a darlo todo. Algunos almorzaron en algún bar o sociedad, para, poco a poco tomar sitio a la entrada del pueblo, en la calle Santiago, para participar en el tradicional desfile de carrozas, que quizás este año fueron menos que otros años, porque la incertidumbre de si se celebrarían o no los carnavales se disipó hace pocas semanas algunos no quisieron arriesgarse a invertir muchas horas en las carrozas y luego no lucirlas. De todas maneras, centenares de personas se disfrazaron y prepararon diversas coreografías y puestas en escena que mostraron, con mucho arte, a lo largo del desfile.
Fueron muchos los que participaron en el desfile, igualmente, una multitud se congregó en las aceras, muchos disfrazados también, para disfrutar de la imaginación y buen rollo que transmitían los diferentes grupos participantes, grupos que se fueron diseminando y juntando entre sí conforme el desfile llevaba a su fin.
Tras el desfile, los bares de la localidad se llenaron para el aperitivo, y luego, poco a poco, fueron vaciándose conforme las cuadrillas se dirigían a comer a las sociedades y a los restaurantes, abarrotados este sábado.
Tras la comida, la juerga continuó en la calle y en los bares durante la tarde y hasta bien entrada la noche, mientras el cuerpo aguantó o en algunos casos, hasta que los establecimientos cerraron sus puertas, para despedir unos carnavales alegres, participativos y muy esperados.