En 1992 la Casa Consistorial de Pamplona estaba de cumpleaños. Su mundialmente conocida fachada, barroca y construida en 1752, cumplía la friolera de 240 años, mientras que el edificio propiamente dicho, que había sido enteramente rehecho en el año 1952, cumplía otros 40. Y la efeméride fue aprovechada por el consistorio, que decidió hacer un enérgico lavado de cara a la antiquísima portada.
Podemos ver que la fachada ha sido enteramente cubierta de andamios, y que en ellos se han encaramado un grupo de militantes de la ocupación. Entre las pancartas desplegadas, podemos ver una, muy significativa, situada en el centro, donde puede leerse: “habláis de vivienda y solo nos dais ostias”. Debajo, la Policía Nacional se ha desplegado ya tras las inconfundibles “lecheras” de la época, y están preparando escudos, porras y peloteros, como queriendo dar la razón al lema de la pancarta.
Hoy en día la fachada de la Casa Consistorial luce impecable, con las esculturas de la Justicia y la Prudencia junto a la entrada, sus tres plantas, remarcadas por dobles columnas en los órdenes dórico, jónico y corintio, y los dos hércules del ático, con el famosísimo reloj, los escudos de Pamplona y Navarra y la alegoría de la Fama haciendo sonar un clarín. A decir verdad, su magnífico estado contrasta vivamente con el del interior, bastante deteriorado. Lo que tampoco se ha arreglado, lamentablemente, es el problema de la vivienda, que treinta años después sigue exactamente igual.
Por cierto que la fotografía de hoy no pertenece a la colección de J.J. Arazuri, sino a la de otro grande, Joxe Lacalle, fotógrafo de larga trayectoria y cronista irremplazable en la historia reciente de Iruñea. Quien quiera la podrá encontrar en su último libro, “Memorias de Lacalle”. Insustituible.