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Fatmata Binta: “Mi objetivo es empoderar a las mujeres y trabajar por la sostenibilidad alimentaria en África”

La cocinera africana Fatmata Binta, nacida en Sierra Leona pero “nómada” por trayectoria, recibió ayer el Basque Culinary World Price 2022.
Fatmata Binta, ayer en el palacio de Miramar
Fatmata Binta, ayer en el palacio de Miramar

La cocinera africana Fatmata Binta, nacida en Sierra Leona pero “nómada” por trayectoria, ha recibido el Basque Culinary World Price 2022. Un reconocimiento que acogió emocionada y agradecida. Y es que, además de la carga simbólica del premio que pretende poner en valor la tarea de los profesionales “que hacen de la gastronomía una herremienta” para el cambio, los 100.000 euros que se conceden ayudarán a Fatmata Binta a seguir con proyectos con los que, principalmente, pretende favorecer “el empoderamiento de las mujeres”.

 ¿Qué ha significado para usted recibir este premio?

Es abrumador de forma positiva. Me llena de orgullo y de humildad, me siento muy agradecida porque este premio arroja luz sobre los problemas que sufren las mujeres fulani de las zonas rurales. Estoy emocionada y agradecida.

¿En qué consiste la iniciativa que usted impulsa, ‘Dine on a mat’?

Son restaurantes nómadas tradicionales. El principal objetivo es crear platos vibrantes, inspirados por las comunidades fulani de África central y occidental. Por lo general visitamos esas comunidades y nos inspiramos en esas recetas auténticas para hacer una interpretación de las mismas. Rendimos tributo a la gastronomía africana. Sentados en una esterilla invitamos a las personas a experimentar la gastronomía fulani (tribu nómada), relatamos historias durante la experiencia para trasladar la cultura y destacamos ingredientes africanos sostenibles. Utilizamos técnicas de elaboración sostenibles como forma de influir el cambio en el sistema alimentario y la gastronomía.

Lidera también una fundación ¿con qué objetivo?

La fundación arrancó mientras viajábamos por África buscando inspiración. Vimos que las mujeres se enfrentan a muchos problemas, desde la seguridad alimentaria a la mutilación genital femenina y el empoderamiento de la mujer. El principal objetivo es abordarlos. Las mujeres no tienen voz porque no se las empodera y en general se conforman con una vida que no les llena. Por eso el objetivo de la fundación es crear un espacio para las mujeres y empoderarlas y promover la seguridad alimentaria en África.

Fatmata Binta saluda a Pedro Subijana durante la ceremonia de entrega del Basque Culinary World Prize

Fatmata Binta saluda a Pedro Subijana durante la ceremonia de entrega del Basque Culinary World Prize Juan Herrero

Usted puede ser un referente para esas mujeres.

Ellas son para mí un referente y un ejemplo, porque esas mujeres no tienen nada material que ofrecerte pero te brindan su tiempo, te enseñan cosas que se han olvidado y quiero que se sumen a mi viaje. Son como mis madres. Y quiero inspirar a las jóvenes para que vean que lo pueden hacer. Técnicamente soy un referente para ellas, pero para mí ellas también lo son. Los que buscamos es trasladar a las mujeres la idea de que pueden ser lo que quieran y eso parte del empoderamiento. Las mujeres son poderosas. Gran parte de las historias gastronómicas de los hombres parten de esas madres que les enseñaron a cocinar. Creo que el mundo tiene que escucharnos a las mujeres hoy más que nunca.

¿Cómo se inició usted en el mundo de la cocina?

Me eduqué, crecí, en una cocina. Mis dos abuelas tenían sus propios restaurantes y pasaba muchos tiempo con ellas en vacaciones. Era una pinche y aprendí mucho de niña. Con el tiempo me enamoré de la cocina y aunque tuve accidentes, una vez me quemé cuando era joven (enseña sus muñecas con las señales de las quemaduras) siempre me ha gustado observar y ver cómo se reunían las mujeres alrededor de la cocina. Ha sido un hobbie. 

¿Cuál ha sido su trayectoria profesional?

Durante tres años viví en España y trabajé en la cocina para ganarme la vida. En 2014 decidí dedicarme a la gastronomía profesionalmente, formarme. Ha sido una experiencia fantástica que me ha llenado mucho, pero lo que más me ha llenado es ser empresaria social.

¿Dónde desarrolla usted físicamente su actividad profesional?

Yo estudié en Kenia, en Nairobi, para formarme. He trabajado en grandes hoteles en Ghana. Como nómada, no me gusta quedarme anclada en ningún sitio, ahí se pone de manifiesto mi tradición. Por eso puse en marcha Dine on a mat, para promover la gastronomía fulani. Siento mucha pasión por mi trabajo como chef, aunque hay muchas cosas a las que tienes que renunciar en tu vida personal. Si renuncio a tanto, porque viajo mucho, duermo poco y estoy constantemente forzando el cuerpo; quería que mi esfuerzo tuviera un sentido. Busco utilizar mi voz para abanderar el cambio.

Pese a su juventud, ¿era habitual que una mujer decidiera ser chef?

Las mujeres siempre han estado en la cocina, pero sorprendentemente en el mundo de la gastronomía el dominio es masculino. A veces eso me confunde, porque las mujeres vamos diez veces más rápido y trabajamos diez veces más duro para lograr el reconocimiento que tienen los hombres. Y creo que no debería ser así, tendría que haber una igualdad. Porque todas dedicamos tiempo y esfuerzo. En las cocinas a veces los hombres te ven como débil y quieren ayudar. Yo les digo que no, que estoy ahí porque me lo he ganado a pulso. Es una pena que las mujeres tengan que trabajar mucho más duro para lograr el mismo reconocimiento.

¿Qué es, dónde se hace y qué ingredientes son el fundamento de la cocina fulani?

La cocina fulani es muy diversa y variada. Digo que es variada porque los fulanis son una tribu nómada que está presente en toda África, sobre todo la occidental y central. Allá a donde vamos cogemos un ingrediente de esa región y lo incorporamos. Es una cocina tradicional, sencilla y con sabores muy puros. La diferencia entre nuestra cocina y la gastronomía africana radica en cómo gestionamos los ingredientes, y eso se ve muy afectado por nuestro estilo de vida. Nos movemos constantemente y siempre estamos pensando cómo conservamos los ingredientes, qué podemos llevar con nosotros. Como somos pastores, la gente piensa que comemos sobre todo carne. Pero nuestra cocina es más de vegetales. Es muy sostenible, utilizamos lo que está disponible. Por ejemplo, de una vaca podemos utilizar la leche para hacer mantequilla, queso y otras cosas. Solo de un animal. Cuando la matamos y vendemos, no desperdiciamos nada. En esencia, la cocina fulani es cocina sostenible.

¿Comparte muchas experiencias con las mujeres? ¿Trabaja con ellas?

Sí (se emociona). Paso mucho tiempo con las mujeres. Es importante mostrarles a veces lo que pasa fuera de su mundo. A ellas no les interesa este mundo, porque se interesan porque sus hijos coman antes de irse a la cama, que tengan ropa con la que vestirse. Es una lucha diaria. Mostrarles como el fonio (un tipo de cereal) que se cultiva está teniendo un impacto en el mundo, que lo que hacemos tiene un impacto, es una experiencia muy buena para ellas. 

¿Nos podría dar una sencilla receta de la cocina fulani?

Sí, la más sencilla que se puede encontrar en la comunidad fulani. Secamos al sol el maíz, lo molemos para extraer harina y la utilizamos para hacer una especie de cuscús que combinamos con yogur casero. Está muy rico y cuando te lo sirven es una forma de darte la bienvenida.

Con un calendario tan apretado, ¿ha tenido la oportunidad de probar la cocina vasca?

Me ha parecido impresionante. En menos de 48 horas me he enamorado de la comida y de la gente.

¿Tenía usted referencia de la cocina de Euskadi?

He oído mucho hablar de ella. Me decían que la tenía que probar. Venía con unas expectativas muy altas y ha sido increíble.

¿Cuáles son sus proyectos futuros?

Estoy muy emocionada con este premio porque el dinero recibido lo voy a reinvertir en la fundación. Inicialmente voy a construir un centro y después compraré maquinaria para el procesamiento del fonio. Trabajamos con la FAO y quiero tener esta maquinaria para procesar el grano. Porque si somos sostenibles nosotros, tendremos dinero. Si podemos cultivar, procesar y vender nuestro fonio, podremos garantizar la sostenibilidad económica del centro. El fonio se puede exportar, pero yo me voy a centrar en venderlo a nivel local, hacerlo accesible, porque es una forma de arreglar el sistema, de trabajar en la sostenibilidad nacional. Luego podríamos hablar de exportarlo. Primero tenemos que valorar lo que tenemos, antes de que lo valoren ustedes.

2022-11-18T06:49:08+01:00
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