11 minutos y 38 segundos de mensaje navideño de Felipe VI. Resumen: nada entre dos platos. Si alguien esperaba un pronunciamiento claro sobre la bronca institucional, ha pinchado en hueso. Todo lo que ha dicho el monarca español es que tenemos que llevarnos bien porque si no, las consecuencias pueden ser muy negativas. “Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La división hace más frágiles a las democracias; la unión, todo lo contrario, las fortalece”, ha dicho el titular de la corona española. No cabe ambigüedad mayor. Ni con tirios ni con troyanos.
A nadie se le escape que el mensaje debe recibir el plácet de Moncloa. No cabía esperar, por tanto, un pronunciamiento claro. Lo que ha hecho el hijo de Juan Carlos I ha sido llevar el balón el córner y marear la perdiz con declaraciones que, como seguramente veremos enseguida, serán aprovechadas por contendientes de una y otra orilla para llevar el ascua a su sardina. ¿Ejemplos? Aquí tienen otro: “Instituciones que respondan al interés general y ejerciten sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud”. Traducción: la gallina. Frases vacías para llenar el tiempo asignado y desear muy pulcramente, eso sí, una feliz navidad en todas las lenguas cooficiales del estado español.
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Todo, con un gran árbol de navidad de fondo y una foto de la cumbre de la OTAN en Madrid. Como guarnición del discurso, la preocupación por las personas que no pueden encender la calefacción por culpa de la invasión rusa de Ucrania. Todo un detalle, aunque él no se cuente entre los aludidos.