Absolutamente previsible, el undécimo mensaje navideño de Felipe VI se ha centrado en las consecuencias de la DANA que devastó el sudeste peninsular a finales del pasado mes de octubre. Ya la escenografía, con una fotografía de la tragedia al fondo del monarca, apuntaba que sería el eje de sus palabras. Con la lección aprendida en el momento tenso que vivió en su visita a la asolada Paiporta, el monarca español ha tenido buen cuidado en expresar su “cercanía y comprensión” a las víctimas de la riada, y ha dicho que se trata de “un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer”. Eso incluía un pequeño toque de atención, aunque sin mojarse ni señalar expresamente a ninguna, a la deficiente acción de los autoridades públicas: “Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones”.
La migración y el problema de la vivienda -”especialmente de los jóvenes”- han sido los siguientes puntos sobre los que se ha descolgado el discurso. De nuevo, con palabras lo suficientemente ambiguas como para que cada uno de los intérpretes (lo veremos pronto en las valoraciones) arrime el ascua a su sardina e interprete que el titular de la Corona española le ha dado la razón. Así, en la primera de las cuestiones, Felipe VI ha asegurado que “sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente, que son sociedades abiertas e interconectadas”. Inmediatamente después ha añadido que “las migraciones pueden derivar, sin la gestión adecuada, en tensiones que erosionen la cohesión social”.
"Constante ruido de fondo"
Con todo, lo que a buen seguro se convertirá en titular de la alocución y, de nuevo, será utilizado por cada bandería como signo de que el inquilino de Zarzuela les da la razón ha sido su coscorrón a la clase política. “Es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad”, ha sentenciado el rey español. Y, por si cabían dudas, ha remarcado: “No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía”. Apuesten a que PSOE, PP y Vox verán en esos entrecomillados un aval a sus posiciones.
En honor a la verdad, a la última de las formaciones citadas, la ultraderechista Vox, le costaría suscribir algunas de las ideas aventadas por Felipe VI, como su apuesta por la Unión Europea o la transición energética.
De la amnistía o la cuestión territorial, conforme a lo esperado, nada en los catorce minutos de discurso.