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Cultura

Fito: el precio y el valor

Fito y Fitipaldis en Baluarte.
Fito y Fitipaldis en Baluarte.

Hubo quejas por el precio de las entradas. Siempre suele haberlas en según qué espectáculos y, antes de entrar en materia, conviene aclarar algunos puntos sobre los tremendos costes que no se ven, pero que son inherentes e imprescindibles para la celebración un evento de este tipo: alquiler del recinto, sonorización del mismo, cartelería, publicidad, gasolina, peajes, hoteles, dietas, personal de montaje, impuestos, SGAE, sueldo de los músicos y del resto de personal (técnicos de sonido, luces, oficina de representación…). Desde hace lustros, Fito es el artista más popular de la música nacional y eso le obliga a mantener siempre unos mínimos de calidad muy elevados. Cuando eres el número uno, ya no vale cualquier cosa; el espectáculo tiene que escucharse y verse de una determinada manera. Por eso, si después de su gira convencional reventando grandes recintos quiere hacerse una turné por teatros y auditorios, donde cabe muchísima menos gente que en los gigantescos pabellones en los que suele actuar, basta con hacer una simple división para entender que el precio de cada entrada debe ser, inevitablemente, mayor. Porque los gastos fijos son muy parecidos y el número de asistentes sensiblemente menor (en el caso de Pamplona, en el Navarra Arena caben doce mil personas y en Baluarte mil seiscientas. Ojalá fuese posible que costasen solo treinta euros. O diez. Seguro que a Fito le encantaría, pero no sería viable. Lamentablemente, las matemáticas son tercas y no se pliegan a nuestros deseos.

Hecho el apunte sobre su precio, centrémonos en lo importante: el valor del concierto. Escenografía sobria, pero eficaz, muy buena iluminación, gran sonido. Siete músicos en escena. Y qué músicos. Además de Carlos Raya, bastón en el que se apoya Fito para componer canciones, grabar los discos y girar en directo, al igual que antes se apoyaron en él otros grandes artistas como Quique González, M Clan o Antonio Vega, por allí andaban Javi Alzola al saxo, Boli Climent al bajo, Coki Giménez en la batería, Diego Galaz con su violín y otros instrumentos de cuerda (incluso un serrucho) y Jorge Arribas con su acordeón.

Los dos últimos miembros tienen su propio proyecto, Fetén Fetén, y fueron los que aportaron las principales novedades al sonido de la banda, arrojando los colores más originales sobre canciones menos conocidas del repertorio Fitipaldi. En la primera mitad visitaron el pop acústico, el blues oscuro, el country e incluso las músicas del este, la polka y los ritmos zíngaros en canciones como Fantasmas, Sobra la luz o A morir cantando.

Llegó después una segunda parte en la que se sentaron para acometer, en palabras del propio Fito, un set gitano en el que interpretaron Me quedó aquí, de Fetén Fetén, y un par de temas de A puerta cerrada, aquel ya lejano primer álbum de un Fito que todavía estaba en Platero y Tú: Ojos de serpiente y El funeral (aquí sonó el serrucho). Esta primera parte del show fue la más especial, la que permitió escuchar canciones que rara vez aparecen en los repertorios y con un sonido bien distinto al clásico de este artista.

Afrontaron la recta final en quinteto, sin los Fetén Fetén, en un tramo más convencional plagado de éxitos como Cada vez cadavér, Cielo hermético, Me equivocaría otra vez y La casa por el tejado. El primer bis lo empezaron solos Fito y Raya atacando Entre la espada y la pared en acústico, aunque a mitad de canción reapareció la banda con toda su potencia para bordar también Soldadito marinero y, en la segunda propina, Por la boca vive el pez y Antes de que cuente diez, con todo el auditorio puesto en pie y cantando a voz en grito los himnos. Al final, el valor fue mayor que el precio.

2022-12-25T10:20:03+01:00
En directo
Onda Vasca En Directo