Flashes de whisky con canela; gominolas de vodka naranja o tequila limón; pajitas comestibles, moldes para hacer hielo macizo, botánicos de todo tipo, copas de vino y de balón, vasos anchos de cubata y modelo probeta para chupitos; juegos para beber; un kit con el que destilar ginebra en el hogar y, por supuesto, alcohol para parar un tren. Vino, patxarán y sidra de la tierra, cervezas de importación “difíciles de conseguir”, botellas de miniatura, unas 30 marcas de ginebra, sake japonés y “cosas frikis” como un licor de los 15 chilis más picantes del mundo, el Fuego Valirio de Juego de Tronos o un brebaje similar de Bola de Dragón.
Maite Martín Lorente, pamponesa de 36 años, ha abierto un templo del licor en la calle San Saturnino de Iruña. Le ha llamado Liruña. “He sido hostelera muchos años y me gusta el mundo de las bebidas espirituosas. En la cuarentena me di cuenta de que también podemos juntarnos en casa y disfrutar de un buen combinado. No solo en el bar”. Ella explica las características del producto y “de qué manera se puede servir en casa y complementar”. Muy propio para regalar en estas fechas e invocar al espíritu de la Navidad. “Con una botella de ginebra con su copa y un molde de hielo macizo siempre quedas bien”, resume.
Con dos hijos pequeños, “trabajar ocho horas seguidas era imposible. La mejor manera de conciliar era con algo así. Y se me presentó la oportunidad con este local”, reconoce. Aprovecha que el local se sitúa frente a la Oficina de Turismo para diversificar. “Quería enfocarlo al turista y a la vez a la gente de aquí”. Tiene productos de alimentación de Navarra: los pimientos asados, espárragos, alcachofas, alubias y boletus de los hermanos Latasa de Puente la Reina; cremas, verduras, caldos, mermeladas, muses y paté de Anco; pastas de Sesma y turrones de Artajona. También postales, imanes y pulseras; y cuadros y láminas con motivos sanfermineros del dibujante Roberto Flores. Manda el licor por goleada, pero hay un poco de todo.