El abrigo ceniciento y húmedo de la niebla abrochó la subida al Col de la Loge, remate de la segunda jornada del Dauphiné. Para entonces, Chris Froome, campeón de cuatro Tours, un Giro y dos Vueltas, era una reliquia del pasado. Se quedó anclado en la nostalgia el británico, de 39 años, en cuanto asomó la cota de Saint Georges en Cauzan, apenas un subida de segunda, un Galibier para el Froome que surgió después del tremendo accidente que padeció en el Dauphiné de 2019. Acumuló un retraso de 14:38 en meta Froome, que según informó L’Equipe acudirá al Tour como líder de su equipo, el Israel. Descatalogado como competidor, ajeno al Froome esplendoroso que brillaba en julio, al ciclista que apiló tres ediciones del Dauphiné ante de imponerse en el Tour, acudirá por expreso deseo del patrón del Israel, una estructura que fichó a Froome a precio de oro a su salida del Ineos. Una operación sorprendente, sobre todo por el montante económico que percibiría el campeón británico.
Durante su estancia en el Israel, –Froome firmó en 2020 y tiene contrato hasta 2025– el ciclista ha sido uno de los mejor pagados del pelotón a pesar de su escaso rendimiento por culpa de una caída que le limitó y le inhabilitó, de algún modo, para el ciclismo. Froome, sin embargo, continúa siendo una marca en sí mismo y ese es, al parecer, el motivo por el que Sylvan Adams, ideólogo de la formación que nació en 2014, quiere que esté en la salida de Florencia a modo de estandarte de la formación y como reclamo que otorga visibilidad. Adams es consciente que el británico, en su decadencia, continúa siendo noticia y un enganche para los aficionados, que asisten a su ocaso en directo. Desea obtener rendimiento a la inversión realizada aunque no sea desde el plano deportivo. Tras la brutal caída y la durísima rehabilitación, Froome trató de convencer al mundo de que se reconstruiría y regresaría a la gloria. Aunque se empeñó, no ocurrió. En 2023 el británico no tomó la salida en el Tour por no estar al nivel que exigían en su propio equipo. En menos de un mes, este argumento podría pasar a un segundo plano para asistir al último baile de Froome en el Tour.