Aunque sigue en el aire, con perspectivas poco positivas, para que este año se puedan quemar en el campo los restos de podas –de acuerdo con la nueva ley que se tramita en Cortes Generales– y, de hecho, sarmientos y otros productos se amontonan en el campo y jardines, la tradición se impuso y las grandes hogueras iluminaron la noche de Rioja Alavesa para celebrar las mañas, martxos, lumbradas o La Ronda, que sirven para celebrar una fiesta de convivencia en la que no faltan las castañas, las pancetas o choricillos y hasta alguna copa de vino.
Argumentos para explicar la tradición no faltan: desde una forma de honrar la víspera de La Inmaculada y, aprovechando el frío, algunas localidades prendían hogueras en la calle y se asaban castañas, a otros que buscaban explicaciones históricas como que prender las hogueras se realizaba en la Edad Media como una forma de combatir las epidemias y purificar las calles. Y hasta otros lo alejan en el tiempo, cuando estas tierras estaban habitadas por las tribus celtas, y celebraban sus ritos con el fuego.
Sea la que sea la explicación, la realidad es que esta tradición es en la actualidad un motivo de fiesta y es una excusa para que, haga el frío que haga, los vecinos se arremolinen alrededor del fuego y grandes y chicos disfruten de su calor, sus formas, las degustaciones y de un rato de convivencia. En casi todos los casos, el día elegido es la víspera de La Inmaculada, la tarde-noche del día 7 de diciembre y los primeros humos, llenos de aromas agradables, comienzan en Samaniego, en la plazoleta verde que existe delante de las Escuelas, punto al que van llegando una gran cantidad de niñas y niños acompañados por padres y abuelos armados, todos ellos, de las mañas, gavillas formadas por espliegos, que abundan en el pueblo y campos de ese término municipal, que prenden para ir agitando posteriormente los mazos mientras salen repartidos por todos lados los restos ardientes de las plantas.
A las seis y media de la tarde salen de ese lugar y rodean Samaniego por las calles más próximas a la carretera hasta desembocar en un solar donde se tiene preparada una gran pira de sarmientos, cepas y maderas de todo tipo, que se ha ido preparando por parte de los vecinos desde días antes, que prenden hasta que todo arde y solo quedan cenizas. Con las brasas se asan chorizos, patatas y ajos, que se consumen acompañados del excelente vino de la Rioja Alavesa, en un pintxo-pote con el precio simbólico de 2 euros. La fiesta no acaba ahí, ya que muchas cuadrillas se animan a preparar unas suculentas cenas de chuletillas, chorizos, caretas y patatas.
Cuando se prende la hoguera de Samaniego, a las siete de la tarde, es el momento en el que se prenden en el resto de pueblos, excepto en Labastida, que celebra su tradición a las diez de la noche.