En Afganistán, los talibanes celebraron ayer por todo lo alto, sólo como ellos saben -con muchas armas y sin ninguna mujer- su primer aniversario al frente, de nuevo, del Gobierno afgano. Los milicianos talibanes entraron en Kabul hace ahora un año sin ningún tipo de oposición, lo que supuso la vuelta al poder de este grupo dos décadas después del derrocamiento del conocido como Emirato Islámico de Afganistán. Celebración en unas calles desiertas de civiles, sólo con la presencia de barbudos talibanes armados celebrando sus "logros".
Por otro lado, el Gobierno de Irán, otro gobierno democrático, inmaculado y legítimo, ha rechazado cualquier vínculo con el atacante que el pasado viernes hirió gravemente con un cuchillo al escritor Salman Rushdie en Nueva York. Que el Gobierno iraní se haya desvinculado del ataque no significa, ni mucho menos, que condene el atentado. De hecho, responsabilizan a la víctima, el propio escritor, de lo ocurrido, por "insultar a 1500 millones de musulmanes", Le siguen sin perdonar la publicación, en 1988, de la novela satírica Los versos satánicos. Es la primera reacción oficial iraní desde el ataque a puñaladas al autor, que continúa en estado grave, con daños en el hígado, en un riñón y en un ojo que podría perder. A todos los valientes que desde Occidente dicen, escriben y hablan del "Me cago en Dios", a muy pocos les he oído decir "Me cago en Alá".