Desentrañar las causas y consecuencias del incremento de los precios de los carburantes es un ejercicio que necesita atender a variables de tipo económico, pero también de corte geoestratégico y social. Alejandro Bello e Ignacio Contín son profesores titulares de Organización de Empresas de la Universidad Pública de Navarra e investigadores del instituto de análisis financiero INARBE. Especialistas en el ámbito de la energía, ambos consideran que hasta que no se produzca un reequilibrio entre la oferta y la demanda no se atisbará una relajación en los precios de la gasolina, que incluso creen que "a corto plazo" podrían superar los 1,8 euros.
Para explicar el actual contexto de los precios lo primero es echar un vistazo a la evolución del barril Brent de petróleo. "Ha pasado de los 18,3 dólares en abril de 2020 a los 86,5 en enero de este año, es decir, un incremento del 370%", indica Alejandro Bello. Pero luego existen también otros aspectos que tienen una fuerte influencia. Por ejemplo, los costes de distribución y los márgenes de beneficio comerciales, que generan una dispersión de precios "que pueden alcanzar hasta un 20% de diferencia" en función de factores como la localización de la estación de servicio o si pertenece a una marca reconocida.
"La presencia de más o menos operadores tradicionales como son Repsol o Cepsa, la presencia de gasolineras independientes o la presencia de hipermercados explican en gran medida este comportamiento de precios. Diversos estudios, incluidas nuestras investigaciones, demuestran que hipermercados y estaciones de servicio independientes favorecen una competencia más intensa y precios más bajos", subraya Ignacio Contín.
A juicio de ambos, una de las claves está en el comportamiento de la OPEP. "Los países productores, que controlan la oferta, tras un período prolongado de precios bajos, están recuperando rentas perdidas en gran medida anunciando que ante la presión de demanda no aumentarán los niveles de producción al ritmo de la demanda", lo que favorece el comportamiento al alza de los precios al convertirse el petróleo en un producto más escaso, indica Bello.
El desbocamiento de los precios de los combustibles fósiles no viene aparejado del empuje de otras vías energéticas. El coche eléctrico avanza, pero lo hace de manera tímida. Y aún persisten muchas incógnitas sobre la evolución general de la economía en 2022, con previsiones de crecimiento que se revisan cada semana. "En otros escenarios pasados, esa misma situación [desequilibrio entre oferta y demanda] generaba una activación de búsqueda de sustitutos alternativos a los hidrocarburos, principalmente para el transporte, ya que, en escenarios de precios altos de combustibles, otras fuentes alternativas pueden ser más rentables. Sin embargo, en el contexto actual, la incertidumbre y los elevados precios de la electricidad o el alto coste de vehículos con tecnologías alternativas, como vehículos eléctricos, híbridos, o hidrógeno, hacen que las energías alternativas para el transporte tengan una tasa de penetración muy baja, a pesar de las notables mejoras tecnológicas que se vienen desarrollando" destaca Ignacio Contín.
Más subidas
De cara al futuro inmediato no se vislumbra un alivio para el conductor. A juicio de Alejandro Bello, existen factores que van a seguir motivando el auge de los precios, como "la presión de demanda conforme se avanza hacia el fin de la pandemia, así como las tensiones internacionales", que empujan los precios al alza por la escasez. Además, explica Ignacio Contín, "el comportamiento de la demanda en España tiene una cierta estacionalidad impulsada por el turismo y las mejoras en las condiciones climáticas, que propician más desplazamientos a partir de Semana Santa", lo que hace previsible que a corto plazo los precios sigan subiendo.