Símbolo internacionalmente reconocido; declarada como ciudad de la paz; pasto de las bombas en 1937... Gernika-Lumo dio ayer miércoles nuevamente muestras de ser una localidad concienciada con los derechos humanos. La localidad foral vivió ayer martes una concentración silenciosa para exigir que cesen las hostilidades por parte de Rusia sobre Ucrania. Convocada por el Ayuntamiento local –acudió el equipo de gobierno– y bajo una intensa lluvia, un mar de paraguas se dio cita en Foru plaza a las 12.00 del mediodía con el objetivo conjunto de lanzar un grito bien alto para que cesen los ataques contra el pueblo ucraniano. Asimismo, reclamaron activar las vías diplomáticas para que el conflicto bélico abierto se pueda resolver sin más derramamiento de sangre.
En escrupuloso silencio –solo roto por algunos gritos en favor de la población civil de Ucrania–, algunos de los presentes portaron banderas ucranianas y lemas para que cese la guerra. Ya en una nota emitida por el Ayuntamiento hace algunos días, el alcalde José María Gorroño señaló al respecto que Gernika-Lumo, "bombardeada en 1937 por orden del dictador Franco, y víctima de la guerra", según manifestó, "rechaza cualquier incursión de tipo militar que viole la soberanía de los Estados y transgreda los derechos humanos". Tal y como rezaba el citado texto, el primer edil gernikarra hizo un llamamiento "a los dirigentes políticos para que el conflicto no escale y se extienda a otros países del mundo. Que la vía diplomática no se agote, pues el diálogo es el recurso humano más eficaz para evitar la guerra", estimaba. Asemás de alertar sobreunos daños que "pueden ser de tal magnitud que pongan en peligro la seguridad mundial, la soberanía de los países, la libertad de los individuos y la vida humana", la administración local exigió que "el mundo no se olvide de la responsabilidad ética con la vida".
"Que no se repitan más los discursos del odio, que haya más humanidad y menos beligerancia", sostuvo Gorroño, quien alertó de que las consecuencias del coflicto tendrán unas repercusiones mayores de las que está teniendo y "nunca serán locales". Por último, señaló que "la crisis humanitaria ya agravada por la pandemia, los riesgos ambientales, el desplazamiento y la pobreza se ahondan con el fulgor de las armas".