La temporada no ha empezado de la mejor manera posible para Rokas Giedraitis, llamado a ser una de las estrellas del Baskonia en su tercera campaña en Vitoria, pero que no ha tenido fortuna en un Eurobasket en el que tanto él como el resto de la selección lituana se las prometían muy felices. El combinado dirigido por Maksvytis, una de las principales potencias del baloncesto europeo, no gana un gran torneo de selecciones desde el Eurobasket que cosechó en el año 2003 al superar en la final a España con Sarunas Jasikevicius, MVP del torneo, en la sala de máquinas y un exbaskonista como Arvydas Macijauskas bombardeando desde el perímetro.
Estuvieron cerca de repetir el éxito en 2013 y 2015, cuando cayeron en la final, pero desde entonces han acumulado decepciones y el pasado sábado sumaron una más al caer eliminados contra España en los octavos de final. Tenían todo a favor, con una gran plantilla con dos estrellas de la NBA como Domantas Sabonis y Jonas Valanciunas bien rodeados por referencias de la Euroliga como Jokubaitis, Grigonis, Brazdeikis, Lekavicius o el propio Giedraitis, además del ruidoso apoyo de los miles de aficionados lituanos que han acudido a cada encuentro.
Sin embargo, pasaron de la fase de grupos por los pelos tras perder los tres primeros encuentros contra Eslovenia, Francia y Alemania y recibir ayuda divina cuando Francia derrotó a Bosnia y Herzegovina en la cuarta jornada, dejando todavía con opciones a los lituanos en la quinta. Se clasificaron en cuarta posición y llegaron a tener el triunfo encarrilado en el ecuador del último cuarto contra España, pero una vez más no fueron capaces de gestionar los minutos finales.
Sensaciones negativas
Giedraitis, que ni mucho menos fue de ayuda para su equipo al no anotar ningún punto en los 15 minutos que jugó y terminar con una valoración de -1, regresará entre hoy y mañana a Vitoria-Gasteiz tras encajar un mazazo en el Eurobasket del que deberá recuperarse una vez se ponga a las órdenes de Peñarroya. El técnico catalán necesitará la mejor versión del alero lituano, que está llamado a ser una pieza aún más importante que el curso pasado si cabe tras la salida de Fontecchio, y no la versión timorata que se ha visto en el Eurobasket.
Es cierto que no es fácil jugar en una selección con tantos grandes jugadores y tanta presión como la lituana, pero lo cierto es que el rendimiento del baskonista ha estado muy lejos del demostrado en el Buesa Arena. Giedraitis ha promediado en el torneo solamente 3 puntos, 1,8 rebotes, 3,8 de valoración y un pobre porcentaje del 16,7 % de acierto desde el perímetro en algo menos de 15 minutos por encuentro, viéndose superado en la rotación por Brazdeikis, Kuzminskas e incluso Butkevicius, que a sus 29 años solo ha jugado 10 partidos en la Euroliga en toda su carrera.
No es la mejor carta de presentación para un jugador que ha ido reduciendo sus números en la Euroliga desde los 13,8 puntos de media con el Alba Berlín en el curso 2019-20 a los 12,7 con el Baskonia en el 2020-21 y a los 11,1 del 2021-22. Quizás el curso pasado era más comprensible, ya que, por las circunstancias de la plantilla, le tocó jugar en el puesto de escolta, donde no se encuentra tan cómodo como en el de alero. Este año, el que previsiblemente regresará a su posición natural, necesita olvidarse lo antes posible del Eurobasket, recuperar confianza y volver a ser el anotador compulsivo que ha sido desde que aterrizó en Vitoria-Gasteiz. Peñarroya y el resto del equipo le esperan con los brazos abiertos.